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Tras perder empleos, hermanos xalapeños abren negocio de comida

Los hermanos Reyes, originarios de Xalapa, padecen el impacto de la parálisis económica que generó la contingencia pero han sabido salir adelante

Escrito en VERACRUZ el

Xalapa, Ver. -Mayte, Alan y Miguel Ángel cambiaron un tornamesa de sonido por las mesas de sus cocinas. La pandemia del virus Sars CoV2 dejó sin empleo a los hermanos Reyes y ahora preparan comida típica mexicana como cochinita pibil, pozole, carnitas, micheladas y snack para mantener a tres familias.

Los hermanos Reyes, originarios de Xalapa, padecen el impacto de la parálisis económica que generó la contingencia sanitaria, perdieron sus empleos e ingresos desde marzo. Llevan tres meses organizando menús diarios y preparando comida que ponen a la venta en redes sociales, para garantizar el sustento de su familia.

Mayte y Alan, organizaban banquetes para fiestas y eventos; el aislamiento social los llevó a cancelar todo lo programado para las graduaciones escolares, perdieron sus contratos. Miguel Ángel era DJ en Tampico Tamaulipas, el cierre de bares y negocios lo obligó a regresar a Veracruz con su familia. Es recién casado.

Fue entonces que decidieron transformar la organización de banquetes y bebidas, que les lleva semanas o meses planear, como un trabajo diario y a menor escala, para llevar alimentos y bebidas hasta la puerta de sus compradores. 

Su mercado de venta abarca los municipios de Xalapa y Coatepec, lo que complica la logística de reparto, de la que también se hacen cargo. Además, buscan garantizar productos higiénicos para los clientes y reducir el riesgo de contagio del virus Sars CoV-2.

Los tres hermanos, apoyados por sus parejas, reactivaron la marca Tarroco, que en el pasado se identificaba con un restaurant-bar en la capital del Estado y hoy cuenta con una página en Facebook para atraer consumidores; además se apoyan de WhatsApp para la venta de sus productos.

Datos del Instituto Mexicano del Seguro Social reporta la pérdida de más de 51 empleos de marzo a junio en Veracruz. La cifra a nivel nacional alcanza a más de 8 millones de personas; y tres de los seis integrantes de la familia Reyes forman parte de esa estadística.

CORONAVIRUS, “UN BALDE DE AGUA FRÍA” PARA LA FAMILIA

Mayte Reyes, es organizadora de banquetes. Su trabajo consistía en planear menús de comida para eventos y fiestas. Desde marzo empezaron a cancelarlos, lo que mermó su economía y sus ingresos. Ella está casada y tiene una hija.

Alan, se hace cargo del negocio de las bebidas preparadas. Se ofrecían como una opción con los banquetes, por lo que, al cancelarse la venta de comida, también sufrió el impacto negativo en sus ingresos diarios. Es casado y tiene dos hijos.

Miguel Ángel radicaba en Tampico, allá trabajaba en bares y centros nocturnos como DJ, el cierre de negocios de ese giro lo hizo perder su ingreso diario, por lo que optó por regresar a Xalapa con su esposa, buscando el apoyo familiar, pues su despido “le vino como un balde de agua fría”.

Los tres se quedaron sin ingresos por lo que se adaptaron a la pandemia y recurrieron al negocio que ya conocen. “A partir de la venta de comida de mi cuñada y lo que hace mi marido decidieron organizarse para tener algo” cuenta Hilda, esposa de Alan Reyes.

Ahora sólo planean comida para un mercado más pequeño que, si bien no les garantiza un ingreso fijo semanal, como el que da el salario de una empresa o comercio, les permite recuperar la inversión semanal que es de al menos 3 mil pesos.

Hilda cuenta que el principal problema es que todos los capitalinos están afectados en sus ingresos, por lo que el costo de la comida debe ser accesible. El otro problema del día a día, es la cantidad de alimento que se prepara para la venta.

“En el tema de banquetes tú vas apartando fechas, te vas organizando, vas comprando y aquí por ejemplo el gasto es semanal, la preocupación y el estrés es diario de cuánto vamos a vender. Sólo descansamos los lunes”.

Los tres viven en casa separadas, dos en Xalapa y otra en Coatepec, por lo que el tema de logística para las entregas es muy importante, y significa otro reto del día a día.

EL MENÚ SEMANAL 

De martes a domingo preparan empanadas argentinas; los fines de semana se organizan para cocinar pozole, cochinita pibil, carnitas, empanadas de minilla, costilla en salsa de chileseco, “es lo que más se consume”. 

Para garantizar la venta promocionan el platillo a lo largo de la semana y ofrecen opciones de bebidas para complementarlo en redes sociales, de esa manera les permite recibir pedidos por adelantado y así tener una idea más clara de cuánto alimento deben elaborar. Incluso, ofrecen el envío gratis, pues la competencia de venta de comida los fines de semana es mucha.

“También preparamos snacks, esos deben salir en más o menos una hora, en la casa están los niños, más el tema de la comida. La verdad es estresante y lo vale, porque sabes que al final de la semana vas a tener algo para llevar a la mesa”.

La rutina diaria empieza desde las 8 de la mañana. Cada familia tiene asignada sus tareas. Mayte es la que prepara la comida tradicional; Miguel Ángel y su esposa se hacen cargo de la elaboración de las empanadas y de la promoción en redes sociales; y Alan e Hilda, preparan las bebidas y las botanas.

Tras empezar a tomar pedidos, deben coordinar las entregas, tienen como plazo máximo 45 minutos desde que se recibe la solicitud de los compradores.

Lo más difícil de su nueva normalidad por el virus Sars CoV-2 es lidiar con el miedo al contagio, al riesgo que les implica el tener que salir a entregar y comprar los productos que ofrecen a sus consumidores, “el hecho de salir a la calle ante las pocas medidas de la gente, esa es la principal preocupación. Además, obvio, el no vender”.

ygr