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Tamaulipas, Colima y Sinaloa, con más desapariciones forzadas

Les siguen Jalisco y Chihuahua, según un análisis de México Evalúa; 66 por ciento son mujeres de entre 0 a 19 años

Escrito en ESTADOS el

Aranza, de 16 años de edad, desapareció el 28 de marzo en San Jerónimo Ixtapantongo, Ixtlahuaca, en el Estado de México. Desde el primer momento, se dio parte a la Comisión de Búsqueda del estado, quienes ofrecieron asesoría e indicaron la necesidad de “esperar” mientras la Fiscalía y la propia comisión realizaban diligencias.

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Días después, su familia pudo rastrear una llamada de su celular, realizada desde Tepito, en la Ciudad de México, y así lo informaron oportunamente a las autoridades. Durante casi un mes de espera, no recibieron noticias de su paradero ni de los avances de la investigación.

La tragedia podía empezar a olerse, pero la historia dio un giro: en la noche del domingo 19 de abril, Aranza fue localizada. Sana y salva. Sin embargo, otras miles de historias como ésta no acaban de la misma forma.

El top five nacional

Un análisis de México Evalúa revela que Tamaulipas es la entidad que concentra más casos de personas desaparecidas en una tasa por cada 100 mil habitantes. En el estudio, presentado por Chrístel Rosales, investigadora del programa de Justicia de México Evalúa, con base en datos oficiales, Tamaulipas tiene una tasa de 302.3 casos.

Le siguen Colima, con 157.7 casos por cada 100 mil habitantes; Sinaloa, con una tasa de 153.1; Jalisco con 121.8 y Chihuahua, con una tasa de 109.8.

La tasa a nivel nacional es de 57.7 desaparecidos por cada 100 mil mexicanos.

En el caso de niñas, niños y adolescentes, identificamos que 66 por ciento de personas son mujeres, y desaparecen más mujeres en una edad de 0 a 19 años, mientras que en el caso de los hombres, representan el 34 por ciento

Sin embargo, en las personas entre 20 y 39 años, la proporción se invierte, pues el 71 por ciento son hombres y el 29 por ciento, mujeres.

Desapariciones, problema de agenda pública

Para México Evalúa, la desaparición forzada de personas, cometida por fuerzas del Estado o por particulares, es uno de los principales problemas en la agenda pública de México. Se le considera una violación grave de derechos humanos y un delito continuo, pues implica el desconocimiento del paradero de una persona y el sufrimiento constante de sus familiares. 

Sin embargo, el Estado mexicano no tiene la capacidad para lidiar con un problema tan complejo, el cual, para colmo, ha desaparecido de la agenda política

Esa debilidad institucional contrasta dramáticamente con la realidad: al 18 de agosto de 2020 se tiene registro de 74,694 personas desaparecidas, resultado de una tendencia creciente en la incidencia de este delito, observada desde 2007. De 2006 a junio de 2020 se han identificado 3,978 fosas clandestinas, de las que se han exhumado 6,625 cuerpos.

“Si hay una herida que reclama sanación a través de la justicia es la de miles de mexicanos que cada año se reportan como desaparecidos. Son muchos, y son padres, madres, hermanas, hermanos e hijos que no han regresado. La única forma de hacer justicia a esos mexicanos y sus familias es a través de investigaciones serias, profesionales y que conduzcan a la verdad”, dijo Edna Jaime, directora de México Evalúa. 

(Cuartoscuro)

Hay un lastre inmenso en la investigación de las desapariciones: una narrativa nociva que no se ha logrado desterrar. Humberto Guerrero, coordinador del Programa de Derechos Humanos y Lucha contra la Impunidad de Fundar, ubica su origen en los tiempos de la Guerra Sucia en los años 70.

“Los desaparecidos desaparecen porque en algo andaban”, es decir, una narrativa que considera que las vidas de los que están desapareciendo valen menos.