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Santiago, relojero que resiste al tiempo y pandemia

Santiago dice que la llegada de relojes chinos y con piezas de plástico es otro factor que dañó los ingresos de las relojerías

Escrito en VERACRUZ el

Dentro de la Plaza Mocambo en la ciudad de Boca del Río, rodeado de locales en renta, sobrevive la relojería de Santiago, quien hace más de 40 años aprendió el oficio y cinco que empezó a ponerlo en práctica.

Con amabilidad y con su plática cálida que hace sentir en confianza a cualquier persona que entre a su local, atiende a sus clientes que en los últimos meses han llegado de manera contada.

En los inicios de la emergencia sanitaria por la pandemia de covid-19 estaba contemplando la decisión de cerrar, ya que pagar el mantenimiento, la renta y demás servicios le resultaba difícil por la poca cantidad de trabajo.

Para evitar eso, tuvo que llegar a un acuerdo con la persona que le renta el local, así como procurar terminar todos los trabajos que tenía programados para entregárselo a sus clientes y que no le dejaran los relojes.

“El negocio cerró al público, pero nosotros no y nos ayudó la arrendataria, pero la mayor parte de la gente no entendió eso, no sacrificó sus rentas, sus ganancias y la prueba es que está la mayor parte de los locales cerrados en la plaza”, mencionó.

Asegura que, aunque no obtuvo ninguna ganancia, mantuvo a sus clientes que de nueva cuenta están regresando, aunque paulatinamente.

Relojes de plástico, el otro virus que afecta a relojeros de Veracruz

Antes de ser relojero Santiago fue mecánico, tras algunos años de ejercer este oficio le llamó la atención aprender a reparar estos accesorios, eso fue hace 49 años, pero hace apenas cinco lo tomó como una labor de lleno.

Durante algunos años estuvo trabajando con compañías relojeras en Estados Unidos. Dentro de su negocio, además de tener docena de relojes de todo tipo, de pared, de mano, de bolsillo, también cuenta con distintos reconocimientos que avalan sus años de experiencia.

Entre uno de sus mayores trofeos está un reloj de pie de aproximadamente medio metro de alto y con más de 100 años de antigüedad, asegura.

Con nostalgia recuerda que cuando recién aprendió el oficio era redituable, pues muchas de las marcas más famosas de relojería traían piezas de buena calidad, ahora con la introducción de nuevos relojes el negocio ha ido bajando considerablemente.

“La relojería ha evolucionado, donde todo era mecánico hoy ya todo es de plástico, eso le afecta al cliente que es el que paga, han entrado muchos relojes de marca que traen máquinas de lo más corriente”, aseguró.

Además de los relojes digitales que realizan todo tipo de funciones, asegura que se encuentra considerando dejar el oficio, ya no por la pandemia, si no por el cambio de generaciones que no solicitan a los relojeros como en otros años.

- ¿Cómo era ese tiempo del auge de la relojería? 

-No pues... había muchas compañías y todas tenían sus propias marcas, sus propios diseños de relojes, era otra vida, hasta los relojes de bolsillo eran diferentes.

Dentro de su bodega guarda infinidad de piezas de mala calidad que ha sustraído de los que repara, muchos de ellos son productos chinos, otro de los grandes factores que hizo que el negocio de la reparación de relojes se viniera abajo. 

Mientras compone un reloj, recuerda que antes de ser mecánico y relojero, aspiraba ser médico, también realizó teatro, pero admite que no se le “dio”, después estudió para Técnico en Electrónica, esta carrera la estuvo ejerciendo gran parte de su vida, pero el oficio de reparar relojes lo llamó de nueva cuenta.

Pese a todos los retos que la pandemia de la covid impuso Santiago admite que es uno de los oficios que más le gusta, ya que es calmado y es su propio jefe, para ejercerlo se debe de tener mucha paciencia para acomodar las piezas y entregarles a sus clientes un trabajo de calidad.

vtr