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Regreso a clases: preocupación, angustia y estrés para las familias

Ante el regreso a clases, en línea o presencial, familias sienten preocupación y nervios por la falta de dinero y la incertidumbre por la educación de sus hijos

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Estrés, preocupación, angustia y nerviosismo forman parte de los sentimientos de miles o millones de familias mexicanas ante el inicio del ciclo escolar 2020-2021, que lo más probable es que sea a distancia.

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Para algunos es la falta de dinero, para otros la incertidumbre por desconocer la efectividad de la educación en línea, para unos es el estrés de con quién dejar a sus hijos en caso de que tengan que salir a trabajar, muchos expresan su preocupación por no tener los recursos tecnológicos para la educación de sus hijos, como computadora e internet.

Así es como se sienten las familias a más de cuatro meses de la emergencia sanitaria en el país por el coronavirus y luego de que las autoridades educativas del país suspendieron inscripciones, a un mes del inicio del ciclo escolar.

Trabajadoras con estrés por la escuela en casa en Hermosillo

Para María Guadalupe Rivera, el estrés de las compras de útiles escolares, mochila, uniformes o zapatos bajó, ahora que el gobierno de Sonora anunció que el regreso a clases no sería en las aulas; sin embargo, eso mismo provocó ansiedad, porque, como madre trabajadora tiene que dividirse en mil personas para lograr hacer todo al mismo tiempo.

Es mamá de cuatro: el mayor, de 18 años, y que entrará por primera vez a la universidad; una joven en su último año de preparatoria, y dos pequeñas de segundo y primero de primaria.

Pero, María Guadalupe y su esposo, Marco Antonio Avilés salen todos los días por el sustento de la familia y el regreso a clases de manera virtual les dejará su mundo de cabeza, aunado a la contingencia que se vive en todo el mundo por la pandemia de covid-19.

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“Nos va a sacar de organización, nos tenemos que organizar sí o sí, tendremos que ver la manera de ayudarles en sus clases, pero también cumplir con nuestros empleos. Realmente no estoy preparada”, cuenta a La Silla Rota.

El pasado lunes 27 de julio, la gobernadora Claudia Pavlovich Arellano anunció que el próximo ciclo escolar 2020-21 ningún estudiante regresaría a las aulas, para evitar una mayor propagación del virus que ha dejado más de 1,700 muertes y más de 18 mil enfermos en Sonora.

María Guadalupe es asesora de ventas para una agencia automotriz y durante los últimos días de marzo hasta los primeros de junio, cuando terminó el anterior ciclo escolar, pudo estar en casa, con las pequeñas Valeria y Regina, porque su centro de trabajo paró por ser giro no esencial.

Para ella fue un tiempo difícil, porque las actividades no paraban: tareas en línea, ejercicios físicos, actividades para las clases de inglés, multiplicado por dos. Además, las niñas no lograban concentrarse por tener ya semanas de encierro.

Se me hizo pesadito porque eran las dos criaturas, era muchísima tarea, las ponían a hacer ejercicio físico, luego que el inglés… muy pesado se me hizo

Ahora, el regreso a clases será muy diferente porque Bryan, el mayor ingresará a la universidad y tendrá otro tipo de actividades escolares que requerirán de una computadora por más tiempo, pero también tendrá que compartirla con su hermana, que pasa a su último año de preparatoria.

Además, las tareas de la menor, Regina, también aumentarán porque entrará a su primer año de primaria. Para María Guadalupe, este será el mayor obstáculo, debido a que es un nivel donde deberá aprender a leer y se requiere de la enseñanza de un docente.

Ella va a primero, necesita más atención, necesita aprender a leer, necesita las clases presenciales para que realmente aprenda, no es la misma que la maestra le enseñe, a que nosotros le ayudemos

Liliana adora la educación on line en Puebla

Liliana Ramos se toma con tranquilidad el regreso a clases en medio de la pandemia que tiene a Puebla como una de las ciudades con más contagios por coronavirus a nivel nacional. Es mamá de un adolescente que este año ingresa a la educación secundaria y ella misma estudia una maestría en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.

De las clases en casa “me agrada que no tengo que preocuparme por la seguridad de mi hijo (…) yo quería que se quedara en alguna escuela que me facilitara el transporte escolar porque la mayoría no tiene ese servicio y menos al centro. Y me dijeron en la SEP que ese no era su problema y que no había modo de que mi hijo ingresara ni al BINE ni al Centro Escolar Morelos, las escuelas que yo pedía”.

Así que el plantel fue asignado por la SEP sin tomar en cuenta lo que ella pedía. Afirma que el transporte en una ciudad como Puebla es un gran problema porque por cosas así, muchos alumnos desertan. “Por eso, agrega, me gustó la modalidad en línea. Ojalá se quedara así los tres años”.

Optimista, afirma con una sonrisa que “este año será muy bueno para mí y para mi hijo, contrario a lo que la mayoría augura. Ya me hacía falta un respiro”.

Liliana no cree que el contacto entre alumnos sea imprescindible para el desarrollo de niños y adolescentes; considera que hay niños que no toleran la presencia de las personas porque son tímidos, por ejemplo. Nos han educado de formas un poco desvirtuadas y, afirma, es casi obligatoria la convivencia y la interacción, pero muchos niños no lo necesitan ni les gusta.

El trabajo en equipo considero que es hasta contraproducente porque no se les motiva a actuar y pensar individualmente (…) aunque quizá mi pensamiento es así por mi experiencia escolar

Sin dinero, prefieren educación en casa

A Fabiola Carrillo le preocupan tanto el regreso a clases como el dinero. Ella es una de los miles de poblanos a los que les redujeron el salario en sus trabajos a partir de que el coronavirus comenzó a causar estragos en la economía nacional y la poblana.

Si fuera por mí, preferiría que no regresaran a los planteles escolares. En especial los niños de primaria y los de secundaria, porque no tengo la seguridad de que puedan protegerse adecuadamente

Mamá de una joven que estudia la preparatoria, asegura que es inevitable que nos toquemos la nariz o los ojos en algún momento y es difícil que los niños sean muy conscientes de ello; en los adolescentes, agrega, “existe una especie de competencia y si uno de ellos es temerario jalará a los otros y no falta el que quiera seguir al líder. Es más los imagino retándose”.

No sólo es el regreso a clases, también está el aumento en el tráfico vehicular, salir a trabajar y lo que ello implica en cuanto a la limpieza en casa, “en la cual las mujeres somos más insistentes, me parece; nos estresamos más porque todo esté limpio y si no estás en la casa se acumula la ropa, lo que hay que sacudir, que es diario, es más trabajo preparar todo para salir.”

Asegura que por un lado algunos maestros le han dicho que están preocupados, no sólo por lo que venga en salud, sino por cuestiones como las cuotas que para los directores son muy importantes, porque el estado sólo paga los sueldos de los maestros, pero no hay dinero para copias ni para los insumos de las impresoras, papelería de oficina, jardinería, limpieza, lo básico si se regresa a clases en los planteles.

Pandemia y estudios “asfixian” a familias en Chiapas

A Socorro no solo le preocupa barrer el Parque Jardín de la Marimba, labor que efectúa de lunes a viernes y ahora se le consumen los nervios solo en pensar en el gasto que se le viene con el arranque del nuevo ciclo escolar.

Para que su hija comience la secundaria, la trabajadora del área de Limpia del actual Ayuntamiento de Tuxtla Gutiérrez ahora tendrá que “estirar” los 2 mil 300 pesos que percibe a la quincena por su chamba, para que le alcance para todos los gastos del hogar, incluida la renta y, lo más importante: no se trunque el futuro académico de la misma.

 

Aunque aún no hay una disposición oficial de cuándo se retornará a las clases presenciales, Socorro Maldonado Ascencio agradece que, al menos, no hubo ceremonia de clausura de primaria, dinero que se ahorró y que invertirá no solo en la inscripción (cuya fecha de pago aún no se ha publicado) sino en otros gastos como libros, zapatos o uniforme para su pequeña.

Ataviada con un chaleco naranja con dos rayas gruesas café, lentes protectores y cubreboca, la oriunda de Sunuapa, ya se acostumbró a que, con pandemia o sin ésta, sola tenga que sacar adelante a sus hijos, sin la ayuda de nadie.

“Cuatro de ellos están grandes, solo me queda mi muchachita de 12 años, pero como madre soltera, desde hace 23 años, lo he logrado, si no me alcanza con mi sueldo, pues costuro, la gente me busca para remendarles pantalones, ponerles cierres, lo que sea”, externa la mujer de poco más de 5 décadas de edad, quien advierte que, en sus dos matrimonios fracasó e, incluso, en el segundo sufrió violencia física y psicológica por parte de su pareja.

Mientras platica, arrastra un “carrito” con dos tambos de basura azules. Antes, dice, no había apoyos como los que otorga en la actualidad el gobierno a las madres solteras, “no sé cómo le hacía, porque antes ganaba menos, como mil 600 pesos mensuales”, recuerda.

No obstante, comenta que hay otras dificultades, más ahora con la presencia del SARS COV-2, pues su hija tiene que tomar las clases vía televisión, lo que se le complica mucho, y aunque ya obtuvo su boleta de calificación de que acabó el sexto grado de primaria, la incertidumbre reaparece en ellas antes el venidero ciclo escolar.

“Agarramos hasta de la beca de mi hija para sobrevivir”: taxista

Juan Montejo se “fletea”, de sol a sol, como chofer de un taxi no solo para sacar la cuenta, sino para obtener un poco más para llevar a su hogar y mantener a su esposa y 2 hijos, a quienes también les da educación.

A él y a su cónyuge no solo se les complica el que sus “retoños” reciban una educación por internet, pues se ven en la necesidad de acudir a un cibercafé o, en el mejor de los casos, con una de sus hermanas que les brinda un poco de “WiFi” para que avancen, sino que sabe que tiene que trabajar el doble para conseguir más dinero y sobrevivir.

“La verdad hay escuelas que quieren cobrar demasiado para la inscripción, y a esto le sumo que me preocupa que no tengo ni para una computadora, y más que mi hija comenzará la carrera de Educación Preescolar”, lamenta el padre de familia, quien “como pudo” tuvo que conseguir mil 300 pesos para pagar la ficha para que ella pueda hacer el examen de admisión.

“Golpeado” por la baja afluencia de pasajeros debido a la pandemia y al mismo aumento del pirataje en el transporte, acepta que será complicado sostener a ambos en sus estudios, tan es así que hasta han pensado en que el menor “descanse” un año, pues además no quiere exponerlo a que se contagie del nuevo coronavirus.

Tan duras se las ha visto que los mil 600 pesos mensuales de la beca que recibía su hija como estudiante preparatoriana, la usaban para pagar los servicios básicos como luz y agua potable, “pero ahorita ya no está ese apoyo, y nos conformamos con los 100 o 200 pesos que puedo obtener al día”, expone quien, sin dudarlo, agradece el apoyo que le brinda su padre con un poco de techo para vivir con su familia y no erogar más dinero en una renta.

Aprende TV, el único maestro para Iván en Yucatán

Iván tiene siete años de edad y antes de la pandemia de la covid-19 cursaba el primero de primaria. Fue en marzo que dejó de asistir a la escuela y con el único televisor que tienen en casa, su mamá Reny Arcos Montejo sintonizaba el programa “Aprende TV” con la esperanza de que no pierda clases.

Para Reny, que su hijo pase el día en casa no es problema, pero tiene miedo que si las clases se reanudan a distancia y con herramientas digitales, tal vez él no pueda seguir estudiando.

 

Ella e Iván viven solos en un asentamiento irregular ubicado en San Luis Sur Dzununcán, en Mérida, Yucatán; no cuenta con servicios básicos como energía eléctrica y agua, tampoco tiene celular:

Ahorita no puedo hacer nada porque no tengo como hacer con él su tarea, no tenemos internet y computadora, mi celular tampoco sirve. Creo que se atrasaría en la escuela y me preocupa mucho cómo lo haremos
 

El televisor, el único aparato electrónico con el que cuentan está conectado a un solo cable que alimenta de luz a todos los habitantes de la zona. 

Para mantener a su hijo, Reny se dedica a elaborar barquillas en las mañanas y las sale a vender todos los días de casa en casa, incluso con pandemia no se detuvo.

La verdad no sé cómo le haría, es que yo trabajo, hago la barquilla y ahora que está en casa me acompaña a vender en las tardes

Al día gana entre 100 y 150 pesos, antes de la crisis sanitaria lograba llegar hasta los 200 pesos diarios. Aunque su situación se ha complicado, espera que la educación no se vea comprometida por la falta de acceso a la tecnología. 

A Ramiro e Hilda les preocupa la falta de dinero en Tamaulipas

“Esto es un desmadre. A un mes del inicio del ciclo escolar no se sabe si las clases serán presenciales o por internet. Incluso cuando empezaraá el ciclo”.

Ramiro Jiménez y su esposa Hilda Macías están preocupados porque no saben cuál será el futuro de Raúl, Marcelo y Alicia, sus hijos.

“Raúl ingresa a la escuela secundaria, Marcelo va a cuarto grado y Alicia sigue en preescolar”, indicó Hilda.

Si las clases se van a dar por internet vamos a tener un pleito. Tenemos una computadora, pero Raúl y Marcelo se la pelean todos los días. Ya tuvimos ese pleito meses atrás cuando las clases se suspendieron y fue por internet que los maestros las impartían

“Los horarios  de clases del sexto y del tercero se empalmaban y era un pleito entre ellos por quien usaba la computadora”.

Ramiro Jiménez mencionó: “Ya sabíamos que tarde o temprano tendríamos que comprar otra laptop. Pero por ahora no podemos. Donde trabajo nos bajaron el sueldo un 35 por ciento y de suerte no nos han despedido. La verdad es que no hay trabajo”.

Después del trabajo, arreglo pantallas de TV, planchas, licuadoras pero también es poco el trabajo, ya todo es desechable. Así que saco muy poco. Entonces como comprar otra computadora

Pero esto es un desmadre. Ahora no se sabe cuándo van hacer las inscripciones en las escuelas. Dicen que ahora serán vía internet. Pero luego resulta que las paginas se saturan y no hay forma de ingresar

Hilda, la madre quien después de trabajar en cajera en una tienda de autoservicio se da tiempo para pegar botones, poner cierres, subir la bastilla, hacer un dobladillo. “Mi mamá  me enseñó a coser y de eso se ayudaba. Me dejó la máquina de coser y con eso trato de sacar algo más”.

La preocupación de la madre es porque “Raúl va a entrar a la secundaria y hay que comprarle uniforme nuevo, otro de deportes, tenis, zapatos, cuadernos, libros y otras cosas. No sabemos cuánto va a costar y no tenemos dinero”.

Alicia, la más pequeña, sigue en Preescolar. “Hacemos el esfuerzo por también comprarle su ropita y calzado. Pero bueno la pobre termina usando los uniformes, la ropa que  le pasa a otra prima”.

Pero Ramiro Jiménez, señala: “La verdad es que no nos importa cuando van a empezar las clases. Dicen que el 31 de agosto. Lo que queremos es ahorrar, juntar dinero para poder comprar los útiles escolares, uniformes, zapatos, libros y todo lo demás que necesitan para ir a la escuela los chamacos”.

Niños desesperados en Tijuana

El hijo de Guadalupe López Dueñas recién terminó el preescolar y este ciclo comenzará a estudiar la primaria, pero las condiciones en que esto ocurrirá a causa de la pandemia son inciertas para ella.

Previendo que el inicio de clases será a distancia piensa que lo más complicado será establecer rutinas para mantener su atención.

A estas alturas del partido los niños, en el caso del mío, ya está un poquito desesperado. No nada más es el cierre de escuelas. Los niños no pueden ir a ningún otro lugar

Las restricciones en supermercados, comercios y otros espacios la han obligado a mantener confinado desde marzo a su hijo de 6 años de edad, quien además padece alergias.

Como madre de tiempo completo cuenta que fue menos complejo atender a su hijo en las tareas del preescolar, pero sabe que no todas las familias pasaron por lo mismo.

Otras mamás, en otras escuelas, sí fue muy difícil porque muchas de ellas tuvieron incluso que dejar de trabajar para atender a sus hijos

Guadalupe cree que sus estudios profesionales le ayudaron en el acompañamiento con su hijo, pero está consciente de las limitaciones y por eso espera del sector educativo materiales adecuados.

En Monterrey temen más al gasto escolar que al coronavirus

Daniela García está más temerosa del gasto que debe hacer para la secundaria de sus hijas, que del propio coronavirus y un posible contagio.

Divorciada desde hace un año, ya no se preocupa porque su ex marido le entregue el apoyo económico, pues, dice, "gana poco y ahora lo invierte en su nuevo amor, se olvidó de sus hijas".

Ahora vendió unos muebles que su hermano le había dejado en su casa y que generosamente le ha regalado. "Debo reunir la cuota de inscripción de secundaria de mis dos hijas. De una pago 850 y de la otra la mitad, pero no tengo entrada de dinero", revela.

Pero los uniformes salen en un promedio de 400 pesos así que son mínimo 800 entre las dos y en ocasiones hasta 1200. Más útiles escolares, zapatos, tenis y uniformes de invierno, son más de cinco mil pesos de entrada por solo una, ahora suma dos

En la misma situación está Roberta, cuya pareja se olvidó de sus hijos de nueve y siete años respectivamente, los que estudian en la primaria Jaime Torres Bodet, una escuela pública enclavada en un sector de clase media del sur de Monterrey.

Famoso el plantel que también tiene secundaria y preprimaria, es muy codiciado por los padres de familia para un lugar, "aunque no sé si sea por estatus o por su prestigio educativo", explica Roberta.

Ahora su preocupación es reunir "la cuota voluntaria de tres mil pesos por cada uno en la inscripción que ha impuesto la sociedad de padres de familia".

A ese gasto se suma los uniformes del diario, el de gala que le llaman y el de invierno, zapatos, tenis y útiles escolares, más gastos diversos que surgen.

Ambas mujeres tienen otra preocupación: Comprar computadora, de perdido una para los dos, pagar el Internet.


Información de Marlene Valero, Israel Velázquez, Christian González, Claudia Arriaga, Arnoldo García, Eduardo Rubio y David Casas