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¿Quiénes son los desaparecidos en Tamaulipas?

Amas de casa, estudiantes, profesores, jornaleros, obreros, taxistas… estas eran algunas de las ocupaciones de quienes desaparecieron en la etapa más violenta

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Escrito en ESTADOS el

CD.VICTORIA.- Desde la “guerra contra el narcotráfico” que emprendió el expresidente Felipe Calderón Hinojosa, los desaparecidos en territorios dominados por los cárteles han sido criminalizados, al atribuirles, desde el discurso público de representantes de distintos gobiernos y niveles, una posible participación en acciones ilícitas, como un intento de justificar su ausencia.

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A esta criminalización se ha sumado -como denuncian organizaciones de la sociedad civil- las omisiones de las instancias encargadas de procuración de justicia, que derivan en procesos de impunidad que perpetúan la violencia.

A través de solicitudes de información, La Silla Rota obtuvo una base de datos sobre personas no localizadas en Tamaulipas, uno de los territorios con mayor penetración del narcotráfico, actualmente disputado por los cárteles del Golfo (CDG), Jalisco Nueva Generación y del Noreste –escisión de Los Zetas–.

Fotos Cuartoscuro

Aunque se omite el nombre de las víctimas, la Fiscalía estatal da cuenta de la edad, sexo, nacionalidad y ocupación de quienes han desaparecido en las últimas dos décadas, que coincide con la época de mayor violencia en la entidad. Además, también proporciona datos desde el primer caso documentado por esta instancia de gobierno, en la década de 1970.

Amas de casa, estudiantes, profesores, herreros, jornaleros, obreros, taxistas, albañiles, comerciantes… estas eran algunas de las ocupaciones de quienes desaparecieron en la etapa más crítica de la pugna entre cárteles. Sus oficios y profesiones contradicen la criminalización, porque no son identificados por la Fiscalía con un rol criminal.

Ellos son parte de 7 mil 979 personas desaparecidas y, hasta este momento, no localizadas en Tamaulipas: mil 621 mujeres, seis mil 352 hombres y uno más con la categoría no determinado. Entre las víctimas están 827 menores, desde recién nacidos, hasta estudiantes de prescolar, primaria, secundaria y hasta bachillerato, uno de los sectores más vulnerables, también reclutados por el narco para roles que van desde halcones y productores de droga sintética, hasta sicarios.

LOS MUNICIPIOS DEL TERROR

Quemaron la casa y el carro. Fue un comando armado y aseguran que de Los Zetas. Esta organización reclutaba por la fuerza: levantaba gente sin distingo para operar, lo mismo niños y jóvenes a los que daba un fusil y adiestraba en técnicas paramilitares, que menores mujeres a las que ponía como vigías de sus casas de seguridad. Ese día, el 11 de septiembre de 2011, Raquel Gutiérrez fue sacada de su casa en Ciudad Victoria por esos hombres armados. Pero su caso es sólo un esbozo de lo que sucedió aquel 11 de septiembre: estiman que en este municipio posiblemente 50 jóvenes más fueron privados de su libertad, con base en lo que han recabado por años los colectivos de búsqueda de desaparecidos.

Con la información que proporcionó la Fiscalía es posible identificar las ciudades donde más desaparecen personas en Tamaulipas, todas dominadas por células de cárteles –con base en las radiografías históricas de organizaciones criminales del Centro Nacional de Planeación, Análisis e Información para el Combate a la Delincuencia (Cenapi) de la Fiscalía General de la República (FGR) – o utilizados como sepulcros clandestinos. 

La principal ciudad donde han desaparecido personas es Reynosa, con 1 mil 621, donde tienen base de operaciones Los Metros del Cártel del Golfo, seguido Nuevo Laredo, con mil 530 casos y dominio ahora del Cártel del Noreste, pero antes por Los Zetas, en guerra con el CDG. A ésta le sigue, con mil 576, Matamoros, donde la FGR reconoce el mando del Golfo, que opera con dos células: Los Rojos y Los Fresitas

Le siguen Ciudad Victoria, con 649; Tampico, con 500; Altamira, con 230; Ciudad Madero, con 209, y San Fernando, con 204, donde también están distribuidos, por el CDG, las células Los Metros, Grupo Dragones y Los Pelones o Talibanes; por el del Noreste su brazo armado conocido como La tropa del infierno. Hasta el inicio del actual gobierno federal, los Zetas operaban con Grupo Operativo Zetas y Fuerzas Especiales Zetas, según el mapeo del Cenapi.

Después se dividieron en dos cárteles independientes que pelearon entre sí: el Cártel del Noreste y La Vieja Escuela. Este último desapareció de territorio tamaulipeco, pero se internó en otros estados que eran antiguos feudos zetas.

San Fernando es relevante en la historia de la criminalidad mexicana porque entre el 22 y 23 de agosto de 2010 fueron asesinados 72 migrantes, delito imputado a Los Zetas.

Édgar Huerta Montiel, El Guache, jefe de plaza de Los Zetas en San Fernando cuando ocurrió la masacre, reveló en un interrogatorio con la Policía Federal el origen de esas narcofosas.

“El Sombra tenía un trascabo, una máquina, y es el que hacía los hoyos y ahí los enterraban”. Johnny Torres Andrade, El Sombra, fue detenido por elementos del Ejército el 11 de abril de 2011, vinculado con el secuestro y asesinato de 88 personas, cuyos cuerpos fueron hallados en una docena de fosas clandestinas localizadas en San Fernando. Tras su captura, reveló la existencia de más inhumaciones clandestinas, hasta llegar a 145.

Pero las desapariciones se extienden por roda la geografía tamaulipeca: Abasolo (56), Aldama (58), Camargo (64), Casas (6), Crujillas (6), Ciudad Mante (2), Díaz Ordaz (22), El Mante (193), Gómez Farías (6), González (77), Guemez (28), Guerrero (40), Hidalgo (43), Jaumave (11), Jiménez (63), Llera (33), Mainero (1), Méndez (1), Mier (100), Miguel Alemán (188), Montemorelos (1), Ocampo (2), Padilla (50), Palmillas (1), Río Bravo (143), San Carlos (6), Soto La Marina (67), Tula (13), Valle Hermoso (199), Villagrán (3) y Xicoténcatl (42).

En total, son 39 de los 43 municipios de Tamaulipas: 90 por ciento del territorio donde, en el periodo de guerra entre cárteles, hay ausencias en las familias, consecuencia de la violencia.

NUNCA HABÍAN DESAPARECIDO TANTOS

La desaparición más antigua con persona que continúa sin ser localizada data del 11 de mayo de 1978.

Sin embargo, antes del año 2000 sólo se tiene registro de 21 casos de hombres y mujeres que siguen sin aparecer. Esto significa que, en promedio, en ese de lapso de 22 años que corresponde entre 1978, cuando se documentó la primera desaparición, hasta el inicio del nuevo milenio, pasaban 12 meses con 15 días para que una persona desapareciera y no se lograra saber más de ella. 

Hoy, cada día desaparecen dos que no son localizadas, con base en los 613 casos documentados por la Fiscalía General de Justicia del Estado de Tamaulipas de enero a septiembre de 2019, último mes de actualización de la base de datos que proporcionó a La Silla Rota.

Desde la violencia desatada por los cárteles, en 2000, hasta 2019 hay ocho mil 68 no localizados.

De los 827 menores desaparecidos en ese lapso, uno era un recién nacido; nueve tenían un año; 18, dos años; 14, tres años; 14 más, cuatro años; 18, cinco años; diez, seis años; 14, siete años; 11, ocho años, y 17, nueve años. Esto significa que 126 víctimas tenían menos de diez años; además, otros cinco tenían justo los diez años. La infancia es uno de los sectores más vulnerables por este delito.

Apenas en julio pasado, cuando dio a conocer que en lo que iba 2020 en México habían desaparecido cerca de mil 970 niños, niñas y adolescentes, la Red por los Derechos de la Infancia alertó sobre la impunidad en estos casos y la crisis de derechos humanos en el país, agravada a partir de la “guerra contra el narcotráfico”. Desde que Calderón la ordenó, 12 mil 762 menores han desaparecido, y Tamaulipas es uno de los territorios que representa más riesgo para la infancia de ser reclutada por fuerza y forzada a delinquir, también de sufrir abusos y, como los mayores, de ser víctimas de homicidio y sepultura clandestina.

¿Qué hacían antes de que se les perdiera el rastro?

Si se determina por sus ocupaciones, los comerciantes (407), estudiantes (368) y amas de casa (249) son las principales víctimas de desaparición en Tamaulipas.

Sin embargo, la diversidad de oficios y profesiones está presente en los registros de la Fiscalía estatal, que hizo su base de datos con la información que recabó de familiares y sus investigaciones.

Entre los desaparecidos están 241 albañiles, 174 jornaleros, 132 mecánicos y 141 choferes, pero también 89 obreros, 70 taxistas, 54 lavacoches, 48 agricultores y 32 soldadores.

Los registros tienen muchas variables de ocupaciones: lo mismo 26 veladores, 24 carpinteros y 15 electricistas, que 12 profesores, un director de escuela en Reynosa el 16 de diciembre de 2014, que tenía 44 años, siete médicos y cinco enfermeros.

Pero en las más de ocho mil filas con información también están 12 cocineros, 13 ganaderos, 13 estilistas, 14 abogados, siete herreros, tres jardineros y tres artesanos.

En este lapso, tres funcionarios también desaparecieron, presuntamente por obra de los cárteles: uno de 41 años, en el municipio de Guerrero, el 21 de junio de 2011; otro, de 50 años, en Victoria, el 19 de agosto de 2014, y uno más del que no se especifica edad, pero desapareció el 30 de octubre de 2014, en Nuevo Laredo.

También en este periodo de 30 policías y cuatro militares no se ha vuelto a saber más; asimismo, la violencia, como en el resto del país, alcanzó a la prensa que documentaba los hechos delictivos: un periodista, de 41 años, desapareció en Reynosa el primero de marzo de 2010, así como dos fotógrafos, de 29 años, en Tampico, el 24 de noviembre de 2018, y de 23 años, en Nuevo Laredo, el 11 de julio de 2018.

TERRITORIO DE RIESGO PARA MIGRANTES

El 21 de agosto de 2012 un menor hondureño, de ocho años, desapareció en Matamoros. El 12 de abril de 2019 desapareció otro migrante de ese país, de 22 años, en Reynosa. El 4 de junio de ese mismo año, dos hombres de 55 y 57 años, así como una mujer de 49, los tres con nacionalidades mexicocanadienses, desaparecieron en Nuevo Laredo. Un día después, en Reynosa, desapareció un ecuatoriano de 22 años.

Estos son parte de 161 extranjeros que han desaparecido en municipios tamaulipecos.

Estados Unidos no recomienda a sus ciudadanos viajar a Tamaulipas por la violencia. Alerta, específicamente, sobre homicidios, robos y secuestros en este territorio, de acuerdo con el Departamento de Estado, y es que ahí han desaparecido 118 estadunidenses en las décadas de la lucha entre cárteles.   

Las historias son diversas: un estudiante de 22 años que desaparece el 21 de septiembre de 2011 en Matamoros; una menor de 14 años, el 21 de agosto de 2016 en Matamoros: un hombre de 28 años, el 25 de noviembre de 2013 en ese mismo municipio; un hombre de 50 años, el 24 de diciembre de 2013 en El Mante; una mujer de 17 años, en Nuevo Laredo el 30 de septiembre de 2012; un empresario, del que no se especifica edad, en Reynosa el 10 de agosto de 2010… y los casos siguen.

De los países centroamericanos, los más afectados por desapariciones son cuyos ciudadanos migran y buscar llegar a Estados Unidos a través de México: Honduras, con 12; Guatemala, con 11; El Salvador, con 6, y Nicaragua, con 4.

También han desaparecido tres colombianos, dos cubanos, dos ecuatorianos y hay mil 12 casos en los que en los registros de fichas está, en lo que refiere a nacionalidad, como desconocido o no especificado.

En un artículo publicado en julio de 2019, ‘Permanecer en México’ hace de migrantes presas de grupos criminales, que cuestiona el programa que comenzó a funcionar en enero de aquel año tras ser aprobado por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, InSight Crime rememora que Tamaulipas ha sido durante años escenario de violentos enfrentamientos entre el Cártel del Golfo y Los Zetas por las rutas de tráfico de drogas y personas. En consecuencia, registra altas tasas de homicidios y secuestros.

Una frase que Madeleine Peman, investigadora regional de Amnistía Internacional, dijo a InSight Crime explica la vulnerabilidad para quienes llegan a este sitio en busca de cruzar la frontera: “Tamaulipas es la capital de las desapariciones en México”, algo así como “una tierra de nadie”.

En 2009 tuvo lugar una escena de carácter bélico: cuerpos carbonizados y vehículos incendiados por enfrentamientos entre el CDG y el Cártel del Noreste, que dejó 30 muertos en dos días, en la ciudad de Miguel Alemán, a 30 minutos de Nuevo Laredo.

Pero éstos ya no son los únicos cárteles, y el mayor internamiento también ha detonado en más violencia.

El 22 de septiembre, la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reveló el mapa del narcotráfico en México para el lavado de dinero y en Tamaulipas alertó sobre el ingreso del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), la organización criminal con mayor presencia territorial: 27 de las 32 entidades federativas.

De acuerdo con el análisis de la UIF que presentó su titular Santiago Nieto Castillo, el CJNG opera en el centro y oeste del estado, de Ciudad Victoria hasta San Luis Potosí, y hace frente a los dos más.

Ahora, una guerra de tres frentes, guerra que no ha cesado en tres décadas con las víctimas de desaparición a la deriva.   

HISTORIAS DE IMPOTENCIA E IMPUNIDAD

Los secuestrados en Tamaulipas son comerciantes, abuelos, industriales, mujeres, ganaderos, niños agricultores, profesionistas, y hasta sacerdotes; la lista es larga y el dolor mucho.

También los policías que combaten a la delincuencia organizada igualmente son  desaparecidos y son sumados  a la larga lista de hombres y mujeres ausentes, quedando solo el dolor y el recuerdo en el alma y memoria de cada madre, esposa, e hijos.

Esta es una historia más de los cientos, miles de historias que existen en Tamaulipas.

En la localidad de San Carlos, Hilario Martínez Silva, era policía cuando  el  Presidente Municipal le dio la instrucción de que llevara a Río Bravo a dos señoras a efectuar unos trámites de cobro de apoyos.

Pasando San Fernando y el  retén militar, dos camionetas le cerraron el paso, y lo obligaron a parar. “Las dos señoras eran ya grandes y las dejaron en la carretera. A él se lo llevaron y desde entonces no  hemos vuelto a saber más de él”.

Es Marcela Martínez, quien cuenta: “Hilario  tenía 27 años y dos años de que trabajaba  como  policía. No le  hacía  mal a  nadie y en San Carlos  todo mundo lo conocía y quería. Era muy platicador y alegre”.

Hilario dejó una esposa y tres hijos. “En el gobierno  prometieron becas para los hijos, despensas y tampoco llegó eso. Allá muy de vez en cuando les dan unos cuantos pesos como beca. Solo  hemos recibido promesas de ayuda pero  solo eso, promesas  que no se cumplen”.

Todo quedó turbio, confuso. Hemos presentado denuncias, ratificado, y no han tomado muestras de ADN a mi madre y a mí para buscarle en fosas. Y nada

“En la  Fiscalía no hacen nada, han transcurrido ya nueve años y no hay resultado de la investigación.  Hacen papeles y más papeles pero no hay resultados. Seguimos igual sin saber nada”.

Hemos salido a buscarlo en SEMEFOS de otras partes, en fosas comunes, clandestinas, hemos ido a clínicas de enfermos mentales y nada

“No  sabemos  qué sucedió porque  las autoridades no hacen su trabajo”.

“Mi hermano era el sustento de su familia, le daba dinero  a mi mamá. Ahora mi mamá hace tamales, tacos, gorditas para poder ayudar a sus nietos y sostenerse ella”.

Pero Marcela insiste: “Todo es tan extraño, tan confuso, porque en la Procuraduría   nunca han hecho nada”.

Yo y otras muchas madres, hermanas, familiares, padres hemos buscado la manera de ser escuchados porque el mismo presidente López Obrador me ignoró completamente cuando le hice la petición

SU ESPOSO ERA SOLDADOR

Aquella mañana del 27 de agosto del 2018, Karla Guadalupe Martínez se quedó únicamente con sus hijos Omet de nueve años y José Javier, de seis años, su esposo Juan Carlos Hernández, ya no regresó. Juan Carlos era soldador y mecánico de maquinaria pesada fue a Altamira arreglar un máquina, con cuatro más.

Iban en una camioneta y un camión con toda su herramienta, equipo de soldadura y demás por la tarde y noche arreglaron la maquinaria. A las 7:15 del martes 28 me llamó para decirme que ya venían para Victoria. Pero ya no volvió a llamar. Yo le llama y solo escuchaba una respiración agitada no se escuchaba más

Con él iba Julio Guadalupe Ruiz en la camioneta y tres más en el camión de ninguno de ellos se supo más.

“Ni el, ni los otros cuatro que iban con el volvieron. El sábado, en el taller de mi cuñado hubo una llamada de él diciendo que estaba bien e iba a regresar. Era él lo conocían bien pero nunca más ha  vuelto”.

Se buscó en brechas, caminos, pero tampoco el camión y la camioneta se encontraron

Karla Guadalupe para sostener a sus dos hijos repara figuras. En su mesa de trabajo una larga fila de Niños Dios, San José y la Virgen María esperan ser reparados y pintados. A una figura le falta un brazo a otra una pierna. Otras figuras de San Judas Tadeo y otros santos despostillados también esperan el arreglo.

“Platico con ellos, les cuento mi tristeza, dolor. Y me dan mucha tranquilidad me animan para seguir adelante  sacar fortaleza para sostener y sacar adelante a mi niña y mi niño”.

Estoy segura de que Juan se fue feliz. La última vez que me hablo lo escuche contento de que ya regresaban. Yo creo que algo ya presentía pues una ocasión me dijo: 'Gorda si no regreso en tres días no vayas a buscarme'

Entre lágrimas y sosteniendo entre sus manos la figura del Niños Dios, comentó: “Que hago  ¿trabajo para sostener a mis hijos o me salgo a buscarlo? Todo esto  es para mí  muy triste doloroso. Yo siento  que está vivo. Quiero ir a buscarlo, pero quien sostiene a mis hijos”.

“Omet iba muy bien en la escuela, con buenas calificaciones pero desde que desapareció se cayó, llora mucho, se pone triste, y eso a mí también me afecta. Mi único refugio es la fe y el trabajo”.

Yo quiero que al menos encontraran sus restos, para saber dónde está e irle a llorar a decirle que lo amamos

“Hay  esposas, madres que también pierden  a sus esposos e hijos y los entierran al menos tienen el consuelo de saber dónde están”.

SUS TRES HIJOS FUERON DESAPARECIDOS

Algunas madres, esposas e hijas guardan silencio, no quieren decir nada, su dolor es mucho pero entre unas  y otras se animan a alzar la voz, a contar sus historias.

La violencia e inseguridad en Tamaulipas alcanzó los municipios llamados rurales.  De Abasolo salió huyendo María Jovita Martínez, su esposo Patricio y un hijo. Sus otros tres hijos fueron desaparecidos. “Uno piensa que a uno estas cosas no le habrá de pesar pero ya ve sucede cuando menos se espera”.

María Jovita tiene más de 50 años y con su familia vendían tamales, hamburguesas, tacos, tostadas, en un pequeño local.

Brianda Sofia tenía 20 años y Patricio Fidel 21 años cuando sujetos armados y encapuchados entraron a la casa y se los llevaron. Patricio era pintor, jornalero hacía de todo para ganarse la vida.

La noche del 21 de noviembre de 2010, serían las dos o tres de la mañana cuando se metieron a la casa de mi hija y luego a la de mi hijo que vivía enfrente. Los sacaron se los llevaron y nunca más volvimos a saber de ellos. Nada

El dolor, la tragedia no acaban. “Luego en la Semana Santa del 2013  mi hijo Juan de Dios y su novia se fueron al rio a pasear. También se los  llevaron  los  desaparecieron. Nunca volvimos a saber de ellos”. Juan de Dios era mecánico.

Nunca hubo mensajes en los cuales se exigiera rescate por ellos. “Nada. Nada más se los llevaron”.

Jovita se quita los lentes para limpiarse las lágrimas con el dorso de la mano. “A mis hijos no los secuestraron. No se los llevaron por dinero. Como le dijo nunca hubo un mensaje pidiendo dinero o algo. Los desaparecieron”.

Ya tengo resignación sé que están muertos. Esas gentes, las personas buenas nos las quieren, no les sirven. Quieren gente mala como ellos para ponerlos a trabajar con ellos en sus cosas

“Mis hijos eran muy apegados. Yo los conozco y sabría si mis hijos andaban en malos pasos, pero no”.

Patricio su esposo era trailero. “Andaba por todas las carreteras, en el 2010 tuvo un accidente y ya no  pudo seguir trabajando. En el 2018 murió de un infarto, yo dijo que de dolor. Durante años él y yo nos salíamos a las carreteras, caminos y brechas a buscar a los  hijos. Murió con la tristeza de no volver a ver a sus hijos”.

Nos salíamos a las carreteras, a los caminos y a veces en ocasiones me decía 'agáchate, no te muevas, no voltees, ahí están esos cabrones'. Yo nunca vi nada

María  Jovita para sostener a sus tres nietos, pagar la renta, agua, electricidad, útiles escolares, uniformes, internet vende tortillas.

“Esto es un dolor muy fuerte, una desesperación, tristeza que no se lo deseo a ninguna madre, esposa. Mi esposo murió en la carretera, donde le gustaba andar le dio el infarto. Si, a él si pude enterrarlo, saber dónde está para ir a llorar. Pero mis tres hijos no sé dónde están”.

Ya son 10 años de tristeza, dolor de no verlos, oírlos reír, llamarme mamá

SE LLEVARON A MI HIJA DE 19 AÑOS

Guillermo Gutiérrez Riestra es una activista de las causas sociales lo mismo  apoya los familiares de desaparecidos, quienes demandan un lote donde vivir, respalda a quienes obras y servicios.

Raquel, su hija desde el vientre de su madre, lo apoyó en manifestaciones y plantones en Ciudad Victoria. “Me acompañaba en las luchas aquí y allá. Era alegre y aprendió a ser rebelde en las marchas. “Para sostenernos  teníamos un pequeño negocio de fotocopias”.

El día primero de septiembre de 2011, entre las 11 y 12 del día, salió del negocio para buscar a una amiga de la iglesia a la cual iba. La casa a donde iba estaba a 100 metros. Salió con su amiga y regresaron. Pero cuando volvieron, dos vehículos las empezaron a seguir, corrieron y alcanzaron a entrar a la casa, pero los sujetos también

“Las golpearon y a mi hija se la llevaron. Quemaron la casa. Hubo disparos al aire de los sujetos. Una de las jóvenes alcanzo a escapar por la parte de atrás”.

Raquel tenía 19 años y era estudiante de Derecho. “Era rebelde pero muy pegada conmigo”.

Fui a la Procuraduría, al Cuartel Militar a presentar la denuncia y me encontré que había una larga fila de padres también presentando denuncias por la desaparición de sus hijos

En búsqueda de su hija conoció a Rosario Ibarra de Piedra y otros activistas defensores de los derechos humanos, de la búsqueda de desaparecidos. “Recibí llamadas de amenaza de que me largara de aquí o me cargaría la chingada”.

Yo sí creo que la desaparición de mi hija fue el activismo, represalias. Y no descarto que fue del gobierno de Egidio Torre Cantú. Varios luchadores sociales fueron objeto de agresiones ordenadas por el secretario general de Gobierno, Morelos Jaime Canseco. A Félix Mezquitic, dirigente del PRD, también lo desaparecieron

Guillermo Gutiérrez es parco y habla bajito. “Ha  sido  una lucha difícil, complicada. La Comisión Estatal de Búsqueda no ha dado  resultados. No tiene autonomía plena, depende de la Fiscalía General”.

Las oficinas de la Comisión se encuentran en las instalaciones de la Fiscalía General entonces no hay autonomía. La Comisión encubre las desapariciones forzadas que hace los agentes de la policía

El Colectivo de Familiares y Amigos de Desaparecidos en Tamaulipas indicó que de acuerdo con sus datos el mayor porcentaje de mujeres secuestradas están entre los 16 y 25 años de edad, siendo enganchadas y prostituidas.

LOS DESAPARECEN POR CONFUSIÓN

Investigaciones de agentes de la Fiscalía General de Justicia arrojan que hay desapariciones y asesinatos de personas que se dan por la confusión. Los sicarios  reciben de sus jefes la orden de “levantar” o “darle piso” a una persona, pero tienen mal los datos, no verifican y han ocurrido hechos así.

Según agentes de la Policía Investigadora de la Fiscalía General, en ocasiones los  delincuentes como no conocen a las personas que son su objetivo, las confunden y se llevan a otras.

El agente “Ramón” de la Policía Investigadora, indicó: “Les dan algunas señas de alguna persona, pero como no la conocen o los informes no  son correctos se llevan o matan a personas inocentes”.

Y añadió: “Los delincuentes tienen la dirección de una casa,  en donde vive uno de sus rivales y van a meterse para levantarlo, pero como no conocen  bien se meten a otras casas donde viven inocentes, totalmente ajenas a hechos delictivos y las matan”.

También se han dado hechos en los cuales para el “levantón” de una persona, los datos que reciben son sobre el color de tal camioneta, marca, modelo, que regularmente se estaciona en tal sitio. Pero resulta que no era el conductor, ni el vehículo

Comentó que ante hechos así la justificación de los sicarios es: “Ni modo, ya le tocaba”.

Aunque hay también sucesos en los cuales para probar si los nuevos incorporados en el grupo delictivo tiene “huevos” y pueden actuar, les ordenan “levantar” al primero que se encuentren en la calle, luego con esa persona los enseñan a torturar, golpear y finalmente les ordenan que la maten como parte de las pruebas de lealtad.

Hasta ahora los trabajos de la Comisión Estatal de Búsqueda no han dado los resultados que esperan los familiares de los desaparecidos, hay falta de recursos humanos y materiales por lo cual  las labores de investigación y búsqueda se realicen de manera lenta.

La mayoría de los trabajos de búsqueda en campo se realizan con base a los informes que logran obtener los  familiares, o los datos que se obtienen de los interrogatorios a sicarios detenidos implicados en  crímenes y secuestros.