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Pandemia dejó sin clientes en zona UV a Enrique y María

Desde hace 27 años es vendedor de volovanes en la zona universitaria, pero la pandemia hizo que su oficio se hiciera más difícil

Escrito en VERACRUZ el

María y Enrique aguardan en las inmediaciones del campus Mocambo de la Universidad Veracruzana (UV) la llegada de algún cliente, son las 11:00 am y en una jornada normal ya habrían terminado la venta.

Pero desde marzo del 2020 no existe una jornada normal para la pareja, que desde hace 27 años vende volovanes en la zona universitaria de la Universidad Veracruzana (UV).

En una canasta de mimbre envuelta en mantas y varias capas de plástico para conservar el calor al interior, es donde transportan las piezas de volován que diariamente venden en la zona universitaria de Boca del Río.

El volován es un platillo elaborado de hojaldre, regularmente relleno de embutidos o guisos, identificado en el puerto de Veracruz y municipios cercanos, como un aperitivo tradicional para degustar a media mañana.

Enrique relata que desde que tenía 10 años acude todos los días al mismo lugar para vender su producto. Desde entonces alumnos de la Universidad Veracruzana agotan toda la canasta en un par de horas.

Sin embargo, las clases a distancia desolaron la zona universitaria en la ciudad de Boca del Río y sus mejores clientes dejaron de acudir por el desayuno tradicional.

Ahora oficinistas y empleados de los pocos negocios abiertos en el centro comercial Plaza Mocambo, así como personas que por casualidad caminan por la zona, quienes le compran sus volovanes.

María, esposa de Ernesto, lo acompaña desde que se casó con él para ayudarlo con la venta.

La mujer soporta el aire frio que sopla con el norte de este 11 de diciembre, esperando que el mal tiempo no los haga regresar con algún volován en su canasta.

Hasta antes de la pandemia de covid-19 diariamente elaboraban 100 de estos bocadillos que vendían casi de inmediato, ahora la producción bajo a la mitad, en días buenos se animan a cocinar 60.

“Más de cuatro meses dejamos de vender, nos afectó bastante. Antes del covid nos vendíamos unas cien piezas de volován, ahorita si vendemos 60 son muchos, pero eso con mucho esfuerzo”, relató María.

No podemos dejar de vender

Enrique afirma que durante 4 meses tuvo que dejar de vender completamente, fue en el periodo que la pandemia en Veracruz se vivió con mayor intensidad.

Entre abril y julio sobrevivió de los ahorros que tenía, así como del dinero que uno de sus hijos llevaba a casa para contribuir con el gasto de su familia.

Más de cuatro meses sin vender, uno de nuestros hijos que trabajó nos apoyó bastante para mantener la casa, porque teníamos unos poquitos ahorros, pero se nos acabaron, porque teníamos que pagar luz y agua.

María asegura que la parálisis en las ventas vino acompañada de gastos que no tenían contemplados.

Madre de tres hijos, uno de ellos aún menor de edad, tuvo que recibir clases a distancia, motivo por el que se hizo necesario contratar servicio de Internet en casa.

El recibo de energía eléctrica y agua tampoco podían quedar pendientes, al contrario, afirma que las tarifas aumentaron por el consumo extra que se hacía por estar más tiempo en casa.

“En la escuela nos dijeron que había que comprarle una computadora, pero de donde lo vamos a sacar, lo que usó fue un celular que ya teníamos porque no hay para más”, dijo.

Suben precios de insumos

A diferencia de otros “volovaneros”, la pareja cocina sus propios productos desde hace tiempo, ya que les resulta más redituable que comprarlos en panaderías o con otros vendedores.

Sin embargo, al arranque del 2021 los ingredientes e insumos que utilizan para elaborar el tradicional volován jarocho aumentaron cerca del 20 por ciento.

El costo es asumido por los vendedores, que temen que si aplican el aumento en el precio que dan a sus clientes, les dejen de comprar.

“Si les subimos un peso ya nos dicen que les estamos subiendo bastante, lo único que podemos hacer es asumir ese precio y espera vender un poquito más para que nos salga”.

Enrique dice que nunca ha tenido una crisis como la que actualmente vive, sin embargo, se dice confiado en que las ventas le sirvan para vivir un día a la vez, en tanto la situación mejora y sus clientes asiduos regresan a las aulas.

“No nos queda de otra más que echarle ganas, no podemos echarnos para atrás”, afirma sin sacar las manos de las bosas delanteras de su sudadera.

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