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“Mami, mira, una niña manejando el camión”

Tras el volante del vehículo, sonríe tras ser vista con asombro, por ser una mujer. Karem aspira ser conductora de ADO

Escrito en VERACRUZ el

Inicio de un sueño

Karem aspira a un día poder manejar un camión de ADO. Todo se remonta a hace unos meses cuando comenzó en el oficio de conductora de transporte público: Con sus delgados brazos mueve la pesada palanca de velocidades, y saluda a todas las personas que la miran cuando pasa junto a las paradas de Xalapa. Tras el imponente volante del vehículo, solo le queda sonreír tras ser vista y hasta señalada con asombro, por ser una mujer.

Su nombre completo es Karem Trejo Enríquez y a pesar de tener 26 años, de vez en cuando es confundida con una adolescente o incuso menor de edad, por su complexión delgada de 50 kilos, y 1.57 metros de estatura. No usa maquillaje, pues dice ser una mujer práctica, y solo recoge su cabello en una “bolita” que a lo largo del día deja escapar mechoncitos de cabello.

La empresa de transporte ADO (Autobuses De Oriente), líder en traslados de personas a nivel estatal y una de las más reconocidas a nivel nacional, lanzó una convocatoria en abril del 2019, dirigida exclusivamente para mujeres. Karem había trabajado como cajera en una cadena de tiendas de abarrotes 24 horas, pero quería probar otro trabajo que la hiciera moverse y salir.

Veinte señoritas solicitaron el puesto de capacitación como conductoras, de las cuales solo la mitad entraron. Después, siete hicieron la prueba de manejo, de las cuales cuatro accedieron al empleo.

Con una ceremonia, fueron reconocidas las cuatro como la primera generación de conductoras capacitadas. Tres de ellas son madres que buscaban solventar los gastos de su familia. Karem narra que tras iniciar labores dos desertaron y solo quedó ella con otra compañera, que próximamente se iría al Puerto.

Después de cinco meses que inició su oficio como chofer, asegura es el trabajo que más le ha gustado. A pesar de que se han presentado dificultades, tanto laborales, como sociales, dice estar “súper feliz” de manejar; le gustan los paisajes que a veces encuentra en entornos naturales y tratar con la gente todos los días.

El camión que manejaba era de la línea TRS perteneciente a la compañía ADO, y aunque formalmente no era un camión urbano, la joven explica que el trato y la dinámica es muy parecida. Su recorrido va por “las orillas” de Xalapa, hacía lugares cercanos, como Banderilla, Miradores del Mar, Cerro Gordo, Chachalacas, Actopan, Vista Hermosa, entre otros.

“O comes, o te ganan el pasaje” dice Karem, pues en ocasiones conductores de otras líneas “hacen trampa” y recogen el pasaje que por horario le correspondería a ella; se cruzan en sus recorridos dentro de la ciudad.

En su celular carga fotos de atardeceres y amaneceres, que muchas veces ha tomado tras pedir permiso a sus pasajeros de detenerse. Captura los paisajes únicos que ofrece la carretera, despejada de autos, cables o edificios.

Su puesto no era de planta, o con un horario fijo. Les dicen “costureras” a las personas que cubren turnos cuando es necesario, por lo que está a la deriva de lo que la línea disponga. Algunos días ha entrado a las 5 de la mañana y salido a las 11:30 de la noche. “Aunque termines tu turno, todavía hay que limpiar el autobús, contar dinero y cargar gasolina” explica. Al finalizar su jornada, toma taxi desde CAXA (Central de Autobuses de Xalapa) a su casa, ubicada en la colonia Xalapa 2000, conocida por ser insegura y con actividades delictivas de pandilleros.

 “Huesitos”

El periodo vacacional es difícil para los conductores de transporte público, pues la mayoría de la población está fuera de la ciudad, y las personas que trabajan y estudian no tienen necesidad de moverse tan seguido. Karem fue suspendida un tiempo por no llegar a la cuota diaria que la empresa pone a cada conductor.

La línea TRS opera con un sistema de cuotas, que se van modificando cada cierto tiempo, según la cantidad de pasaje que fluya. En caso de no cubrir esa cuota, los conductores pueden ser suspendidos hasta pagarla de alguna u otra forma.

A pesar de la dificultad para pagar la cantidad que debía, Karem buscó regresar en más de una ocasión que fue suspendida. No contaba con ningún otro trabajo, o fuente de ingresos, por lo que la situación para regresar a trabajar era cada vez más difícil.

¿Por qué regresar a un trabajo que en lugar de ganancias solo le generaba deudas? La joven dice sentirse apasionada por manejar, además de que está muy feliz de pertenecer a la convivencia de los demás conductores.

“Extraño el relajo con los compañeros”.

Cuenta que desde que desde que aprendió a manejar, siempre le ha gustado viajar en la carretera, y llevar a su madre de un lado a otro. “Una vez juntamos nuestro dinero, le pusimos gasolina al carro, y nos fuimos sin rumbo hasta donde nos diera.”

Además, la joven fue bien recibida por sus compañeros, y “aguanta” todas las “bromas pesadas, pero respetuosas”, según describe. El grupo de conductores le asignó el apodo de “huesitos”, lo cual la formalizó como parte de ellos.

“¿Segura que sí puedes?”

Le hacen la parada, se estaciona y abre la puerta para dejar subir a los pasajeros. Personas que esperan otro camión la ven en más de una ocasión, como si no pudieran creer que una mujer estuviera al frente de la unidad.

“¡Mira wey!” le dice una chica a su acompañante. El chico no entiende, hasta que “Huesitos” alza la mano para saludarlos y les sonríe. “¡Ah, no mames, que chido!” dice el chico. Karem parecía acostumbrada y no le molestaba ser admirada. Pero confiesa que en más de una ocasión tuvo experiencias poco gratas por su género.

En su primer día de capacitación un pequeño error al intentar integrarse a la fila de autos le costó un grito para ser sobajada por otro conductor. El ser mujer sería sinónimo de no saber manejar.

“Segura que sí puedes?” le preguntó una pasajera a Karem; se subió insegura, pues al ver a una mujer tras el volante pensó que su seguridad corría peligro. Otra ocasión, un joven la cuestionaría todo el camino sobre aspectos técnicos del camión, según Karem para “probarla” a ver si realmente sabía de mecánica.

Para María Antonia Pérez Sosa, Coordinadora de la Organización de Mujeres Revolucionarias de México el mito de que las mujeres no saben manejar es algo que se debe de romper, pues hay mujeres traileras y taxistas que son excelentes conductoras.

“Antes se creía que no podía haber arquitectas, ingenieras o químicas, y se ha demostrado lo contrario.”

Mientras el sueño llega

“Mi próximo sueño en 5 años es estar ahí arriba” escribe Karem al pie de una “selfie” donde aparece un autobús ADO color rosa.

A la conductora le robaron el dinero de un día de jornada laboral en su antiguo trabajo de la línea TRS en Xalapa, y era difícil pagarlo, pero no quita el dedo del renglón de continuar detrás del volante. Hoy maneja un Turibus en la ciudad de Veracruz.

El Turibus tiene una dinámica más relajada, comparada con la del transporte público en Xalapa, sin embargo, el mayor anhelo de Karem es algún día poder transportar personas en carreteras.

“¿Qué opinas de que una mujer quisiera hacer el mismo trabajo que haces tú?”, le fue preguntado a un conductor de la empresa ADO que prefiere el anonimato. “Yo creo que sería un trabajo muy difícil para ella; manejar es pesado”.

Para la activista feminista Pérez Sosa, es importante visibilizar este tipo de historias, pues ayudan a tomar conciencia de que aunque a simple vista pareciera que ya existe igualdad de género, no es así.

“Demuestra que aún falta cubrir espacios”, como el caso de Karem; “jamás me imagine que alguna vez una mujer quisiera convertirse en conductora de ADO, pero, es cierto, ¿por qué no?”.

Si en un futuro la empresa ADO promoviera los espacios a mujeres para manejar corridas en carretera, siempre y cuando cumplieran el proceso correspondiente como cualquier otro conductor, según la activista, podría ser un “ganar-ganar”. Para las mujeres a cumplir su sueño, como Karem, a través de un trabajo, y para la empresa, como otro filtro de tener en su equipo a personas que realmente quieren estar ahí, y cumplirán.

“Como humanos, todos tenemos anhelos, y el género no debería ser impedimento para cumplirlos”, concluye Pérez Sosa.