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"La paz llegó a los sepulcros de Chiapas, al bajar muerte por covid"

Sepultureros narran que llegaron a ganar hasta dos mil pesos al día, al multiplicarse los muertos; hace siete semanas volvió la normalidad

Escrito en ESTADOS el

TUXTLA GUTIÉRREZ.- En Chiapas, las muertes por covid-19 han bajado en gran medida. Hasta el momento, el sector Salud marca “semáforo amarillo” con solo 566 decesos y 6 mil 754 casos de contagios, situación que se refleja en camposantos y crematorios locales, cuyos servicios en los meses más álgidos de la pandemia (entre abril y principios de agosto) aumentaron hasta 300%.

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Eso lo saben los cerca de 30 albañiles que, a diario, acuden al Panteón Municipal de esta ciudad tuxtleca, quienes advierten que, en ese lapso, trabajaron de día y de noche, pues los cajones llegaban sin parar: entre 15 y 20 entierros diarios, el 90% —coinciden— por coronavirus o por sospecha del mismo.

Hugo Gómez, sepulturero desde hace 20 años, dice que la chamba se normalizó.

Desde hace como siete semanas, confiesa Hugo Gómez, sepulturero desde hace 20 años, la chamba se normalizó, es decir que a diario reciben de tres a cuatro difuntos o a veces ni uno solo.

Para él, agrega, mayo y junio fueron los meses más terribles de muertes por SARS-COV-2. Por fortuna, agrega, ni un compañero falleció contagiado, pese a que los trabajos fueron extenuantes.

“Enterrábamos un cuerpo y ya venía el otro féretro… eso sí, todos ‘entacuchados’ (envueltos con nailon como marca el protocolo de Salud)”.

GANABAN HASTA DOS MIL AL DÍA

Esta misma historia se repitió en otros camposantos como el de “San Marcos” o de Terán, donde las inhumaciones diarias también rebasaron las 15 o un poco más cada día.

Aunque está consciente de que en esas fechas había compañeros que obtenían de mil o dos mil pesos diarios, Eliseo Camacho, trabajador desde hace una década en ese cementerio (el cual ya está al máximo de su capacidad), asegura que no le gustaría que se repita una situación así, pues nada ni nadie les regresaría su salud o las de sus familias en caso de que se contagiaran.

Incluso, no pone sus esperanzas en el Día de Muertos debido a que, asevera, aún no se ha anunciado cómo será el protocolo para que ingresen las personas durante el 1 y 2 de noviembre venideros. En pocas palabras, se mantienen en la incertidumbre.

Hasta el momento, las autoridades municipales han advertido que, en caso de que se permita el ingreso a esos espacios durante esas fechas, se haría con base en un protocolo de uno o dos familiares por cada tumba, aunque esta medida aún no se ha oficializado.

CREMAR O NO CREMAR, EH AHÍ EL DILEMA…

De igual forma, los tres crematorios que hay en esta ciudad capital “se las vieron negras” en ese periodo de contagios acelerados: tan es así que si antes de la contingencia sanitaria, al día, recibían entre uno o dos cuerpos (cerca de 40 al mes), la cifra se elevó, por el mismo lapso, hasta entre ocho y 10, es decir entre 250 y 300 atenciones.

En entrevista, Fausto Sánchez, responsable del crematorio privado “Mausoleos de la Esperanza”, rememora que desde principios de agosto los servicios se relajaron, aunque destaca que cuando se vivió la fase crítica de la pandemia, hubo gente a la que incluso no pudieron atender por la saturación.

El negocio que administra, dice, es el único de los tres en la capital que cuenta con dos hornos, y ni así se dieron abasto, y más aún porque el crematorio del DIF municipal no ha estado en funciones debido a que está en proceso de remodelación.

De hecho, también se vieron en la necesidad de laborar horas extra y contratar más personal, porque las jornadas fueron extenuantes.

“Tenemos que ser honestos: la pandemia nos dejó buenas ganancias, pero no quisiéramos que esto se repitiera, porque sobre todas las cosas está la salud de las personas”.

Fausto deja en claro que la mayoría de esas cremaciones fueron por covid-19 o casos sospechosos de esta enfermedad.

Al respecto, revela que el “grueso” de los muertos era mayor de 50 años de edad, y dentro de éstos un alto porcentaje con enfermedades crónico-degenerativas. Solo recuerda, agrega Fausto, a dos jóvenes, pero eso sí: ni un solo infante.

En cuanto a las tarifas establecidas, las cuotas se mantuvieron este año al igual que durante 2019 pese a que la demanda fue mayúscula, como nunca antes recordamos: es decir, los servicios oscilaban desde los 12 mil hasta los 20 mil o 30 mil pesos.

Comentó que no sabía si alguna dependencia proporcionaba el servicio de funeraria de manera gratuita, los familiares se hacen cargos de todos los cargos sea la muerte que sea, comentó. Nosotros trabajamos con forme a la ley.

Había compañeros que obtenían de mil o dos mil pesos diarios dice Eliseo Camacho.

“MI HERMANO ESPERÓ TRES DÍAS PARA SER CREMADO”: FLOR

Quien vivió esta situación de no hallar dónde cremar a su hermano es Flor, pobladora de Tuxtla que, en junio pasado, perdió a su hermano, víctima de covid-19.

“Hablábamos a las funerarias o crematorios y nada, o nos decían que dentro de tres días nos podían dar un espacio (…) Por ejemplo, mi hermanito falleció un jueves y lo pudimos cremar hasta el domingo al mediodía, o sea casi tres días”.

Mientras llegaba la fecha acordada para que su consanguíneo fuera metido al horno, lo mantuvieron en una cámara de refrigeración, como muchos cadáveres más tuvieron que aguardar hasta que llegara su turno.

Al menos en los crematorios, se continuará con el protocolo para recibir a los difuntos: embolsados y en un cajón, el cual es destruido una vez que culmina el proceso.

Incluso, durante el uno y dos de noviembre mantendrán las medidas necesarias para evitar contagios, aunque Fausto advierte que lo más probable es que no llegue mucha gente, lo que han “palpado” en fechas incluso importantes como el Día del Padre.