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Esperó en el hospital hasta que se le acabó la vida

En la sala de espera del hospital comunitario de San Luis Acatlán, un municipio de la Costa Chica de Guerrero, murió Calixto Zavala Vázquez

Escrito en ESTADOS el

Guerrero (La Silla Rota).- En la sala de espera del hospital comunitario de San Luis Acatlán, un municipio de la Costa Chica de Guerrero, murió Calixto Zavala Vázquez, un campesino de la comunidad indígena mixteca de Buenavista (Ñu´u-che´e), esperando a que lo atendiera el único médico en turno. Ahí estuvo un par de horas el primer domingo del mes, con su esposa e hijos, quejándose de dolor, hasta que dejó de respirar.

Calixto llegó al hospital en un taxi. Buenavista es una comunidad ubicada a una hora de la cabecera municipal, donde no hay servicio de salud ni transporte frecuente. “Los ciudadanos no tienen derecho a enfermarse los fines de semana ni los días festivos, porque no hay médicos, y los que hay trabajan entre semana de ocho a tres de la tarde”, denunció el alcalde Javier Vázquez García.  En el servicio de ese taxi, Julia Flores Chavelas, la esposa de Calixto, dejó todo el capital de la familia: 400 pesos.

La versión de Julia es que llegaron al hospital a las tres de la tarde y una enfermera que los topó le dijo que esperaran, que la atención de su esposo no era de urgencia. Su diagnóstico, alegó después el sector Salud, lo basaron en una toma de signos vitales.

“Llegué a las tres de la tarde con mi esposo, toqué la puerta de urgencias del hospital, salió una enfermera, y le dije: por favor pase a mi esposo, lo traigo grave, tiene mucho dolor. Me contestó: señora, espérese porque el doctor está ocupado”, dice Julia llorando en una protesta afuera del hospital a los cuatro días de la muerte de Calixto.

Debió pasar una media hora cuando le preguntó otra vez si ya podían atenderlo o pasarlo a una cama o al menos prestarle una silla de ruedas, pero la enfermera le contestó que el médico seguía ocupado y que no tenía ni camas ni sillas. Lo único que sabía de la gravidez de su esposo, y con la única versión que se quedó, es que el cuerpo se le hinchó y tenía dolor.

En una comunidad como Buenavista el acceso a la salud es ocasional. El alcalde sabe que él gran problema del municipio la ausencia y carencia de médicos y enfermeras: “Muchos médicos y enfermeras que solamente van dos o tres veces a la semana, y la gran mayoría de las comunidades no tiene médicos los fines de semana. De por sí los médicos son faltistas”.

Como no atendieron a Calixto, la esposa optó por salir a buscar a un doctor particular: “Mi hijo me dijo: mamá, vamos a buscar un doctor particular, mejor, aunque sin dinero. Vemos cómo buscar el dinero. Le dije, vengo con 400 pesos, pagué el viaje especial, ya no tengo dinero”. Los habitantes de la cabecera municipal, al parecer, tampoco tienen derecho a enfermarse un fin de semana, aunque tuvieran recursos para atenderse; Julia y sus hijos no hallaron médicos particulares y volvieron al hospital.

La mujer pidió nuevamente atención para su marido en el hospital comunitario. Esta ocasión lo sentó en una silla de la zona de espera, muy cerca de la puerta del consultorio del médico, para apresurar la atención. La estrategia de Julia no funcionó.

A Calixto la vida sólo le alcanzó para una hora y media más. Dejó de respirar. El médico nunca salió. Su cadáver quedó erguido en la silla pegada a la puerta del consultorio.

El caso de Calixto se conoció porque el reportero de un periódico regional llegó hasta la sala de espera del hospital y transmitió en las redes sociales su muerte: Los dos hijos pequeños tomados de la mano del cuerpo inerte del padre y Julia mirándolos. Los tres lloraban.

“Una hora después vivimos que mi esposo ya no respiraba, vivimos que se estaba muriendo, entonces, pedimos que por favor revisaran si estaba muerto para que nos digan por lo menos, y nada. Se negaron, pues, totalmente”, sigue Julia.

La dirección del hospital comunitario alegó que Julia sacó a su esposa antes de que lo atendieran y regresó mucho tiempo después. El secretario de Salud, Carlos de la Peña Pintos, comentó que la familia sólo duró unos 20 minutos y volvió a pedir el servicio a las cuatro o cinco horas después.

El alcalde insistió en que la falta de médicos, enfermeras, medicamentos y traductores, porque en la mayoría de las 100 comunidades del municipio hablan mixteco. San Luis Acatlán ocupó por muchos años los primeros lugares en muertes maternas. En una gira que tuvieron ambos por los pueblos, recordó el alcalde, se le juntaron las demandas de mejor servicio: en el pueblo Potrerillo de Coapinola los habitantes se quejaron de que la única enfermera que tienen va sólo dos días por semana.

La Secretaría de Salud disipó el caso de Calixto con separar al médico, la enfermera y la administradora de sus funciones, y el compromiso de una investigación.

La transmisión del reportero, mostró a Julia y los hijos sacando el cadáver de Calixto del hospital, cubierto con una manta de colores que ellos llevaban, y subiéndolo a un taxi ya por la tarde, con lluvia.

En la sala de espera había más gente, esperando su turno: “La gente veía que mi esposo venía grave, tocaba la puerta y no le hacían caso, estaban los de Protección Civil y también tocaban la puerta, y nada señores”. Julia y sus hijos regresaron a Buenavista con Calixto muerto, sin que lo viera un médico.