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En Xalapa, pandemia frena asistencia de Alcohólicos Anónimos

De los más de 100 grupos en la capital del Estado, cada vez menos personas asisten a las reuniones como prevención al covid-19

Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.- Abel, recuerda cómo era su vida 32 años atrás: “mi rutina era trabajar; ir a la cantina. Trabajar e ir a una cantina (…), hasta que dije no más, por mí”. Hoy forma parte de Alcohólicos Anónimos y por años ha luchado para no recaer, aunque la filosofía es no beber alcohol “sólo por hoy”.

El hombre ahora se dice preocupado por quienes como él buscan estar sobrios, pero su intención se complica por la pandemia de covid-19.

Tan sólo en la ciudad de Xalapa, capital de Veracruz, hay más de 100 grupos que cada vez registran menos participantes, ya que en general los miembros padecen comorbilidades o enfermedades que los vuelven vulnerables al virus.

Por ahora, AA también busca implementar reuniones virtuales a través de plataformas como Zoom, pero no todos entienden el funcionamiento de las aplicaciones y en ocasiones desisten o reinciden.

Sin embargo, Abel afirma que cualquier interesado en recibir ayuda puede llamar a los teléfonos de la asociación y siempre habrá alguien dispuesto a visitarlo en su hogar para comenzar su rehabilitación.

DISTANCIAMIENTO DIFICULTA REHABILITACIÓN 

En entrevista, Abel hace hincapié en que nada fortalece la sobriedad de un alcohólico que compartir con otro alcohólico el mensaje de dejar de beber, sin embargo, la pandemia y las medidas de distanciamiento social impiden dicho objetivo.

“La pandemia nos ha afectado a todos y a nosotros como grupos, muchos dejamos de asistir a las sesiones porque somos enfermos ya sea diabéticos o con alguna otra enfermedad crónica pero nos hemos alejado de los grupos”.

Explicó que por cuestiones de las medidas sanitarias, muchos compañeros de AA portan su propio cubrebocas y, en otros, reparten gel antibacterial a la hora de entrar, mientras que para servir café usan vasos desechables, siempre con sana distancia.

No obstante el entrevistado observa que los grupos han tenido una membresía “muy raquítica” y en muchos, la asistencia disminuyó a la mitad. Así, grupos de entre 25 a 30 miembros, apenas tienen afluencias de un 50 por ciento.

“Porque los grupos están bajos en membresía, la asistencia está muy raquítica, pero puede variar de 6 a 8 compañeros, o menos, 4 o 3 por la propia pandemia, (…) para varios que ya tenemos 24 horas, que se convirtieron en años, esto no es tan complicado porque estamos convencidos que somos alcohólicos y que no vamos a beber, entonces las emociones las sabemos controlar puesto que es la parte más difícil de un alcohólico: saber controlar sus emociones”.

La pandemia por Covid19 también ha obligado a suspender actividades de AA, además de las reuniones de servidores de Alcohólicos Anónimos, aunque la Oficina de Servicios Generales reactivó su actividad al público.

“Otra parte que estamos haciendo es auxiliarse de los padrinos, el padrino es una persona que nos va ayudar y siempre está dispuesto a cooperar con nosotros y podemos llamarle a cualquier hora del día y de la noche y él siempre está dispuesto a escucharnos cuando tengamos alguna emoción muy fuerte y siempre va ayudarnos con nuestro problema”.

Abel refirió que en mayo, junio y julio comenzaron las primeras reuniones virtuales en el norte del país por medio de la plataforma de Zoom, y dicha modalidad comenzaron a adoptarla también los grupos de AA en Xalapa.

Sin embargo admite que aunque en Alcohólicos Anónimos coincide todo tipo de personas, abundan aquellas que no están familiarizadas con la tecnología o con las sesiones a distancia.

“Estas reuniones son buenas, lo que pasa en la comunidad de AA predomina más la gente que no tiene mucho conocimiento en cuanto al uso de la tecnología, y entonces la gran mayoría no lo pone en práctica, la gran mayoría siempre estamos en comunicación a través del teléfono. Sí ha habido gente que ahorita se ha alejado de los grupos precisamente por eso, pero sí ha bajado la asistencia de los grupos”. 

UN PROBLEMA QUE PREVALECE 

De acuerdo con la estadística oficial de Central Mexicana de Alcohólicos Anónimos, en el estado de Veracruz prestan servicios mil 367 grupos de AA,  de los más de 14 mil en todo el país.

El principal problema detectado por AA es la edad cada vez más temprana de los alcohólicos para iniciarse en el licor, en algunos casos, desde los 10 años. Además existe un avance cada vez mayor de la enfermedad en mujeres.


Cabe referir que cifras del Instituto Veracruzano de las Mujeres revelan que al menos 4 de cada 10 personas alcohólicas son del sexo femenino.

La propia Central Mexicana reporta 11 mil mujeres integrantes de AA en el país y en el caso de Xalapa, 5 por ciento de las personas alcohólicas son mujeres.

Asimismo, con corte al 31 de diciembre, durante 2020 el estado de Veracruz registró 285 casos de cirrosis hepática alcohólica, equivalentes a 204 varones y 81 mujeres, lo que coloca a la entidad solo abajo de Chihuahua y Estado de México en cuanto a pacientes con dicho problema, tal y como publicó el Boletín Epidemiológico de la Secretaría de Salud.

A pesar de la creencia popular, Abel advierte que AA no cuenta con un “anexo” para “curar” el alcoholismo, sino que todo comienza cuando la persona enferma decide dar el primer paso para dejar de beber.

En el caso de AA, la mayoría de los grupos pertenecen a la  Central Mexicana de Servicios Generales de Alcohólicos Anónimos A.C., en donde las reuniones duran 90 minutos, porque cuando la terapia excede la hora y media se vuelve “anti-terapéutica” 

“Yo me hice viejo en AA, aunque es indebido pensar en los años, porque en la comunidad se piensa en el ‘solo por hoy’ y cuando llega uno a la comunidad, se aprende el ‘solo por hoy’. Dicen que lo vivamos como si fuera el último día de nuestra existencia. Y esas 24 horas se fueron haciendo semanas, quincenas, yo ando en 32 años que no he vuelto a beber”.

De acuerdo con Abel, el vivir con un borracho implica la “desgracia” de la familia, ante el excesivo gasto en bebidas embriagantes.

“En base a la experiencia que donde vive un borracho, toda la familia vive en la desgracia, porque todo el dinero, el borracho se lo gasta y yo me gastaba todo el dinero de la familia y la familia siempre andaba, sobre todo la mujer pidiendo prestado”.

La historia del retiro de Abel no solo implican las resacas que padecía, sino que comenzó a vivir en carne propia la “agonía de la muerte” 

“Comencé a darme cuenta por las crudas tan terribles que eran, ya no me curaba yo con una cahuamita, con una coquita, no, no: yo podía tener dentro de mi cuerpo un litro de aguardiente, podría estar todo abotargado de alcohol y este efecto pasaba como una hora, y me sentía mal porque un alcohólico puede llegar a sentir la agonía de la muerte”.

En su experiencia, Abel explicó que se acercó a los grupos de AA de forma inconsciente, incluso, “borracho”, aunque un día acudió “crudo” pero dispuesto a dejar de beber al grupo Buena Voluntad, en las cercanías de la colonia Veracruz.

Sin embargo, siete meses después de dejar la bebida, Abel recayó para nuevamente volver al grupo y desde entonces, ya no volvió a probar el licor.

“He descubierto un nuevo estilo de vida, me gusta vivir sobrio, estar bien, estar trabajando, estar bien con la sociedad”. 

UN ANTES Y UN DESPUÉS 

En entrevista, Abel claramente distingue entre el vivir con el alcoholismo y una mejoría en la persona y en los gastos cuando se decide dejar de beber.

En su caso, talachero de oficio, admite que su rutina se limitaba a ir del trabajo, a la cantina, y de la cantina al trabajo y por lo tanto, no convivía con su familia integrada por dos hijas, un hijo y la madre de ellos.

“El negocio quiebra así (con el alcohol) porque todo se malbarata, por ejemplo, compraba yo rines, unas llantas a un precio para ganar unos centavos y acababa yo vendiéndolas en una cantidad menor de lo que había pagado, se vive en la desgracia, le debe a todo el mundo”.

Al acercarse a AA, aparte de la enseñanza de “solo por hoy”, los integrantes del grupo le hicieron ver que debía dejar de beber, no por su familia ni por su esposa, sino por él mismo.

“Tienes que dejar de beber por ti, no lo hagas por tu mujer, no lo hagas por el trabajo, ni por tu familia, porque estando bien tú, van a estar bien los demás”, explicó y a 32 años de sobriedad, admite que a pesar de que se separó de la madre de sus hijos, tiene una buena relación con ella, así como con sus dos hijas y un hijo, todos profesionistas.

“Mi rutina era: trabajar, cantina, trabajar, cantina, familia, trabajar, cantina y yo pues no salía de Xalapa y gracias a los eventos que AA realiza, yo he tenido la oportunidad de recorrer muchas ciudades de la República, he estado en Oaxaca, Acapulco, Guadalajara, Córdoba, Huatulco, he viajado como no tienes idea y todo este dinero no afecta mi economía. Los viajes sirven para alcanzar al alcohólico que sigue sufriendo, y para afianzar lazos entre los AlAnon”.

Abel admite que la idea de viajar y visitar ciudades pueda sonar normal para una persona no alcohólica, “pero para un borracho perdido que siempre estuvo tirado, vivir todo esto es maravilloso”.

Abel da el mensaje que cualquier persona con problemas en su bebida puede encontrar ayuda en los directorios de AA, o bien por medio de los teléfonos de las oficinas intergrupales en Xalapa.

“Tiene que salir de ellos que quieran dejar de beber y si quieren dejar de beber hay una solución para ello”.

Cabe referir que AA contará con una trabajadora en una oficina intergrupal, y los servicios de Central Mexicana no tienen costo, salvo el pago de servir a la comunidad.

“Si hay alguien que necesite ayuda, esa trabajadora toma los datos, el nombre, la dirección y a qué hora nos puede atender esa persona y a qué hora se le puede llevar el mensaje, si es un joven, va un joven, si es una persona adulta, va a una persona adulta”.

Otra de las características de AA es la rotación de sus miembros, dado que cada dos años se renuevan los cargos de los servidores de las oficinas.

“Para que nadie en AA se quiera convertir en dictador de la comunidad y cada dos años se van rotando, y cada dos años se cambian a los servidores, cuando soy convocado, voy y presto mi servicio a la comunidad sin fines de lucro”.