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“El mar secuestró a mi hijo”; 15 días sin rastro de Manuel

Manuel Aldair quería conocer una playa nueva para celebrar su cumpleaños, pero ese viaje de Xalapa a Playa Muñecos sería el último que hizo

Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.- Manuel quería conocer una playa nueva para celebrar sus 19 años. En compañía de su novia y 5 amigos partieron de la ciudad de Xalapa a Playa Muñecos, sin saber que ese mismo recorrido de aproximadamente hora y media lo harían sus padres casi todos los días durante las dos semanas siguientes. Manuel fue “secuestrado” por el mar desde hace 15 días.

“si te sientes mal, solo respira.. nada es tan malo, solo imagina” tiene como descripción de su perfil de Facebook Manuel. “Me encantas”, “Eres toda una diosa”, “Te amo” eran algunos de los comentarios que le escribía a su novia en fotos. Akemi Poulete Andrade Salamán, de 16 años, nunca se imaginó que esos mensajes de afecto serían de los últimos recuerdo que tendría de Manuel Aldair Marcelo Hernández.

El 28 de marzo la pareja partió de Xalapa en compañía de la hermana de Akemi y tres amigos más a disfrutar de Playa Muñecos, ubicada en el municipio de Alto Lucero. Manuel buscaba celebrar que recién había cumplido 19 años el 24 del mismo mes.

“Estaba indeciso entre ir a las albercas, Chachalacas o Playa Muñecos, y mejor quizo conocer una nueva playa”, narra Akemi.

Cuando llegaron, los jovenes pasaron juntos un rato a la orilla del mar, sin embargo, más tarde, los varones “se fueron metiendo más y más”, recuerda Akemi, “(…) nosotras (su hermana y ella) mejor nos quedamos en la orilla a tomarnos fotos”.

En cuestión de menos de una hora, entre las 12 y una de la tarde, la salida dio un giro repentino. Los jovenes decidieron caminar hacia un peñasco y una fuerte ola bastó para desaparecer a todos de la vista de Akemi.

Uno, dos, tres… falta alguien por salir del agua. Manuel no se ve. Akemi busca con la mirada a quien era su novio desde hace poco más de un año y narra que aún logró ver después cómo la marea lo alejó. Testigos aseguran que desde donde estaban aún lograron verlo nadar.

La menor realizó una llamada al 911 y elementos de seguridad arribaron para levantar los datos y comenzar con la búsqueda de Manuel. Familiares del grupo de jóvenes arribaron al lugar, incluido el papá del joven desaparecido: Manuel Marcelo Contreras.

“El mar secuestró a mi hijo”

El grupo de labor social Rescate Fernández se ofreció a ayudar a la familia de Manuel a dar con el paradero del joven. 15 días han pasado y el mar aún no “arroja” el cuerpo de quien es recordado por su padre como un joven alegre, dedicado y ‘juguetón’.

Marcelo Contreras asegura que las acciones del gobierno municipal del Alto Lucero, y estatales, a cargo del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, no han sido suficientes para recuperar el cuerpo de su hijo, y dar el ‘alivio’ que su familia necesita para el duelo.

“Vinieron, se tomaron fotos y ya”, describe el señor sobre las acciones de autoridades, quienes han tenido poca comunicación sobre avances de la búsqueda con la familia. Ante esta situación, Marcelo ha buscado por su cuenta ayuda en voluntarios y conocidos para acudir a rondines de localización por tierra en toda la costa cercana al punto donde su hijo fue visto por última vez.

La asesoría de los pescadores ha sido pieza clave para continuar con la búsqueda, pues estos aseguran que el cuerpo probablemente esté ‘atorado’, pues por el tiempo que lleva en altamar, ya era tiempo para que el mar regresara a Manuel a la orilla.

“Yo lo veo como que el mar secuestró a mi hijo” dice el señor Marcelo, quien ha sido el sostén de su familia para organizar las brigadas de búsqueda, conseguir dinero, que en ocasiones ha sido insuficiente, para trasladarse de Xalapa a la zona de playas,  además de cumplir con ‘idas y vueltas’ requeridas por oficinas gubernamentales.

La contratación de buzos, por 5 mil pesos, en apoyo de Rescate Fernández, es la esperanza del padre, madre y 3 hermanos de Manuel para poder despedirlo.

Cuando el señor Marcelo le habla a su hijo le dice “gracias por la enseñanza en controlar mis vicios”, relata el padre.

La vida cotidiana de Manuel consistía en trabajar en una empresa en Banderilla. A Akemi, su novia, la veía unicamente los fines de semana. Los compromisos familiares eran su prioridad y cuando salía con sus amigos siempre pedía permiso a sus padres.

El joven extrovertido, alegre, amante de la música y bailar aspiraba estudiar para convertirse en médico cirujano, o médico forense. Tenía planes a futuro con Akemi, quien confiesa a veces pensar “¿Por qué no lo acompañé?” cuando fue a las peñas.

La joven demanda mayor acción de las autoridades, pues cree que se pudo haber hecho más desde los primeros días, que eran los más importantes. Frustración, impotencia, es lo que siente por no tener en su poder la capacidad de hacer más: “quisiera vaciar el mar para encontrarlo”.