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Del altar a rescatista: Fabricio, el cura bombero

Colegas de diversos cuerpos de auxilio en el país le aseguran que su caso es único en México, nadie conoce a otro Padre que combine su vocación con ser bombero

Escrito en ESTADOS el

Veracruz (La Silla Rota).- En los bolsillos de su pantalón de bombero, Oscar Fabricio Martínez Limón guarda, de un lado, sus guantes por si tiene que entrar a combatir un incendio, del otro, los santos oleos para rezar a las víctimas de las decenas de accidentes y tragedias a las que acude a diario. 

Colegas de diversos cuerpos de auxilio en el país le aseguran que su caso es único en México, nadie conoce a otro Padre o Cura que combine su vocación católica con la de bombero, como lo hace él desde cuatro años en la ciudad de Córdoba, en la zona centro del estado de Veracruz. 

En entrevista telefónica confiesa que nunca pensó dedicarse a la homilía, mucho menos a rescatar y salvar vidas, pero ahora que lo hace piensa que es la única forma de servir a Dios, no sólo de palabra, sino con acciones. 

Martínez Limón tiene como clave "el único", en los radios de frecuencia cerrada de los cuerpos de rescate, sin embargo, los ciudadanos de la región lo conocen por el mote del "Padre Bombero".  

En cada servicio acude con su equipo especial contra incendios, como cualquiera de sus compañeros, pero si lo requieren, está listo para rezar, confesar y dar el último adiós a los que han caído en desgracia. 

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Como sacerdote tienen 11 años ejerciendo, en la actualidad es Vicario Parroquial en la Parroquia del Espíritu Santo, en la colonia San Román, que pertenece a la Diócesis de Córdoba. 

Dios le habló  

El Padre relata que no siempre fue devoto, incluso, sus padres le tenían que insistir para que los acompañara a la Iglesia de San Juan Bosco, en la colonia México, de la que era benefactores. 

En 1992, recuerda, fue su primer acercamiento con el catolicismo cuando lo llevaron para que ayudara como monaguillo al sacerdote, Claudio Macías Orozco, que se convirtió en su mentor. 

"Me decía: quiero un niño que me ayude como monaguillo, como acolito. Ya le pregunté: ¿Qué es eso de acolito? Tendría yo unos 14 años. Y me decía el padre Claudio, es el que ayuda al Padre en las misas. Lo recuerdo porque yo le contesté: es el chamaco que se pone unas batas, que parecen batas de maternidad y parece muñeca". 

El joven decidió entrar luego de una intensa negociación con sus padres y fue entonces que en un retiro espiritual sintió que una voz divina le llamaba de manera insistente diciéndole que debía ser sacerdote. 

"Empezó en mí a surgir una vez, que yo no sé de dónde salía esa voz, pero en una voz muy cariñosa. Clarito escuché la voz, así como tú me estás hablando, que me decía: tú puedes ser sacerdote, toda la hora la escuché, pero yo en la primera hora decía: zafo. Hasta volteaba yo y veía a los compañeros que me decían que dejara de estar volteando". 

De Cura a bombero

Tras sus estudios como seminarista logra oficiarse como sacerdote y es enviado a diferentes parroquias de la zona, hasta que regresa a Córdoba. Ya en su ciudad natal en el 2011 lo mandan para oficiar la misa por el Día de la Virgen de Guadalupe, en la iglesia del Barrio de la estación. 

Allí, conoció al Mayor Abraham Aiza Avalos, integrante de la comunidad libanesa que estaba a cargo del Heroico Cuerpo de Bomberos de la ciudad de Córdoba. 

Era la peregrinación de los cuerpos de auxilio cordobeses y a todos los rescatistas les gustó tanto su misa que lo invitaron a conocer el cuartel, pero él no fue por sus compromisos pastorales. 

En el 2012, le vuelven a enviar a la Estación y por segunda vez oficia para los bomberos, fue tal la insistencia que ahora no pudo rehusarse a acudir a la base. 

"Esa visita al cuartel fue en enero del 2013, como por el 4 ó 5 de enero (…) me decía el Mayor que para ellos era el Padre Bombero, porque les llamó la atención que me ponía yo el equipo y me aventaba del tubo y yo bien contento. Me dijo esta es su casa y venga cuando quiera". 

En abril de ese año, Aiza le regaló una gorra oficial bordada y una playera, Oscar Fabricio entonces se sintió alagado y emocionado cuando se enteró que todos los miércoles el equipo practicaba con fuego vivo, por lo que decidió ir a ver. 

"Si me va a servir, pues pensé que era buena aprender algo, pues uno no sabe. Cuando fui allí, ahí estaba el Mayor en esa práctica, le llamó la atención que yo parecía miembro de la corporación, porque me apuntaba, echaba agua, cerraba la válvula y vio que yo no tenía miedo". 

Es por eso que el Padre considera que el 22 de agosto de 2013, fue su ingreso oficial al Heroico Cuerpo de Bomberos de Córdoba. En donde sigue trabajando hasta la fecha como voluntario. 

Decidió integrarse por completo a la corporación cuando investigó y supo que el fundador de la dependencia fue el Padre Francisco J. Krill, hace más de 90 años. 

Además, se inspiró en otros sacerdotes que son bomberos en otras partes del mundo como en Europa y Estados Unidos, sobre todo los que trabajaron durante el ataque del 11 de septiembre en Nueva York. 

"En lo de las Torres Gemelas murieron unos cuatro sacerdotes bomberos. Yo me los imaginaba así con sus atuendos de sacerdote, sus sotanas, pero igual también los vi así, con uniforme de bomberos, y eso me inspiró a mí a acudir al cuartel primero como una especie de hobby, terapia ocupacional, y la otra es ver esto como devolverle a la sociedad y a la iglesia lo que hicieron por mí cuando estaba estudiando".

Y agregó: "Es así como en el Ejército, tú entras a estudiar al sistema militar y sacas tu carrera, enfermería, medicina, lo que sea y ya tienes que seguir sirviendo los mismos años, pero a la patria". 

En estos cuatro años, al Padre Bombero le ha tocado ver todo tipo de desgracias, una de las que más recuerda es cuando un camión cayó a un barranco con todo un equipo de futbol en la localidad de Atoyac. 

En el incidente, registrado en enero del 2016, hubo cerca de 20 personas muertas, a las cuales él tuvo que despedirlas con rezos, pues no podía hacer otra cosa cuando llegó a intentar a rescatarlos. 

"Yo estoy en una estructura eclesiástica, y a veces la estructura eclesiástica no ve más allá de una realidad que está acostumbrada a ver. Entonces, al principio yo luché contra un sistema para romper paradigmas. Ahorita me da risa, pero imagínate que yo llegué a ver una foto de la guerra de Vietnam, en donde está un sacerdote rezando a un soldado herido, pero el sacerdote tiene su uniforme de militar y su casco de soldado, pero está rezando al soldado herido. 

"Yo pensé: esto no es malo, pero así me vieron los clerigos en Córdoba y que se hayan espantado y hayan dicho que estoy loco y qué clase de adefesio es ese, pues ahorita me da risa, pero antes no me causaba ninguna gracia".