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Daniel sobrevive vendiendo bolis, tras perder empleo a los 69 años

Daniel de 69 años, se dedicaba a anunciar negocios, pero la pandemia lo dejo sin contratos ante la falta de ventas, por lo que decidió elaborar y vender postres

Escrito en VERACRUZ el

Coatzacoalcos, Ver. – Daniel se encuentra descansando en una banca de concreto donde la sombra de un árbol le protege de los intensos rayos del sol en la ciudad de Coatzacoalcos Veracruz, mientras cuenta como es que se quedó sin trabajo durante la pandemia.

A sus 69 años, recorre las calles jalando un carrito con una nevera llena de bolis que vende para subsistir; el confinamiento le arrebató su trabajo como perifonista, por lo que decidió convertirse en comerciante ambulante.

“Toda la vida me he dedicado al perifoneo, pero a raíz de la pandemia pues al parecer la autoridad les pidió a los encargados de los negocios que no generaran aglomeraciones y que no se hicieran eventos de promoción, lo que me dejó a mí sin empleo”, reiteró.

Viste un pantalón formal de tono oscuro, camisa manga larga de rayas y un sombrero para protegerse del sol, además de huaraches para aminorar el cansancio de sus pies, mientras recorre las colonias de la ciudad.

“Aguanté unos meses sin trabajar porque tenía un ahorrito, pero pues uno tiene que comer y pues yo siempre he sabido elaborar bolis y decidí comprar insumos y ponerme a vender para sacar dinero”, expresó.

“De coco, chocolates y piña con coco”

En su carrito a dos llantas, carga con la nevera azul, gel antibacterial, y un letrero color fluorescente que anuncia la venta de sus bolis, que se distingue a varios metros de distancia.

Pero esa no es la única forma en que Daniel da a conocer sus productos al público, pues valiéndose de su buena voz, también carga con una pequeña bocina a la que conecta un micrófono para perifonear y atraer a más de clientes.

“De coco, de chocolate, y de piña con coco, venga y compre sus bolis a tan solo diez pesitos, señora ama de casa o querido amigo, aproveche a refrescarse con estos deliciosos bolis”, es parte del discurso que Daniel realiza.

Daniel dice que no exagera su voz pues desde hace varias décadas se dedica a la oratoria, cuenta que gracias a su religión (Testigo de Jehová), ha tomado varios cursos para mejorar su modulación y tono, lo cual presume a sus casi 70 años.

El vendedor, sigue contando que vende tres veces a la semana, toda vez que los otros días los aprovecha para prepararlos y dejar que se congelen.

“Como son de leche y crema, algunos tardan más en congelarse, de ahí que venda un día sí y otro no, al final lo que gano es para mí”, afirmó.

No teme al virus; ya se aplicó la primera dosis anticovid

Se define como un hombre optimista, agradecido con Dios y con las personas que le compran sus bolis, a quienes siempre regala una sonrisa.

A pesar de pertenecer al sector vulnerable, asegura que no le teme al covid-19, aunque toma todas las medidas de prevención como son usar cubrebocas y gel antibacterial en todo momento, pues dice que “Dios nos cuida, pero también tenemos que ayudarnos”.

Daniel cuenta que ya se aplicó la primera dosis de la vacuna anticovid, la Sinovac de origen chino, en la jornada de vacunación de Coatzacoalcos que se realizó del 29 al 31 de marzo, por lo que ahora solo espera la segunda dosis.

“Pienso yo que con todos los cuidados que se tomen podemos evitar contagiarnos, en mi caso yo cuando llego a casa me quito la ropa que traigo y la pongo en un solo lugar, me lavó bien las manos y rostro. Esta es una pandemia que nos afecta a todos y debemos entender que debemos cuidarnos, y pues, aunque ya nos vacunamos hay que esperar la segundo dosis”, externó.

Espera que pronto abran los negocios para seguir anunciándolos

Al día vende entre 20 y 30 bolis, obteniendo una ganancia de 100 y 150 pesos, lo cual le ayuda a sobrevivir, toda vez que nadie dependen de Daniel y vive con una de sus sobrinas.

A pesar de que no se queja, lo que gana vendiendo bolis no se compara con lo que obtenía anunciando comercios, principalmente en el centro de Coatzacoalcos.

Por ello, Daniel espera que pronto se termine el confinamiento y pueda regresar a anunciar promociones y descuentos, lo que además le apasiona.

“Es más cansado recorrer las calles, pero pues no hay de otra porque a veces llego hasta la colonia Vistalmar que es cerca del poniente, por eso debo reconocer que si es mejor mi trabajo de perifonista”.

Mientras se le permita trabajar, su bocina y micrófono lo acompañaran a todos lados; aunque eso tendrá que esperar hasta que le reanuden los contratos; por el momento solo tiene una petición: “Que Dios nos ayude a salir de esta pandemia y nos cuide a todos”.