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Criminalizadas y señaladas: la lucha de mujeres que decidieron abortar

Isabel y Rebeca fueron estigmatizadas por sus familias luego de abortar, ahora celebran que se haya autorizado la interrupción legal del embarazo en Veracruz

Escrito en VERACRUZ el

"Me hicieron sentir la peor persona del mundo”, contó Rebeca; fue lo primero que sintió cuando su familia se enteró que había abortado, ellos fueron los primeros en juzgarla, las criticas y humillaciones hasta la fecha siguen estando presentes solo por el hecho de decidir sobre su cuerpo.

Hace cuatro meses tomó la decisión, no estaba preparada para ser madre a sus 23 años, aunque su expareja le había dicho que se iba a hacer responsable, tenía en claro lo que quería. Solo tenía tres semanas de retraso, aún estaba a tiempo, dice.

A la primera que se lo contó fue a su hermana, ella le consiguió ayuda para que abortara de forma segura, en aquel momento Rebeca se sintió apoyada y sabía que no estaba sola.

"Yo decidí hacerlo, porque yo no estaba segura de si quería tenerlo, ni que lo quería, después de eso sufrí mucho porque por mi propia hermana fue y le dijo a toda mi familia. Obviamente me criticaron, me humillaron, me hicieron sentir la peor persona del mundo”, relató.

Aún le duele recordar aquel día en el que se enfrentó a su familia, su abuela fue una de las primeras personas que la recriminó y que lo sigue haciendo por haber abortado.

"Me dijo que era de lo peor, que cómo podía haber hecho eso, que era una puta con todas las mayúsculas, entre muchos otros insultos", recordó.

Pese a todos los reclamos y discusiones que provenían de su familia, Rebeca está consiente que fue la mejor decisión que pudo haber tomado, pues nadie tiene derecho para opinar sobre su cuerpo.

“No soy la primera ni la última que lo hizo, no tienen que hacerme sentir culpable porque yo quise”, sentenció.

Pude haber sido madre, pero no estaba lista: Brenda

A Brenda le falló el método anticonceptivo, ella y su novio se encontraban en un dilema, ambos contaban con una estabilidad económica quizás para poder criar a un bebé, pero Brenda no se encontraba preparada emocionalmente para ser madre.

Con 22 años ella soñaba con muchos planes, viajar, estudiar, crecer profesionalmente y en aquel momento no se veía como madre. El enfrentarse a una sociedad que juzga a las mujeres como egoístas por elegir otro camino diferente a la maternidad, fue uno de los obstáculos a los que se tuvo que afrontar para tomar una decisión.

“La sociedad te va dejando pocas opciones y creo que la única opción es tener un bebé en el momento que sea, ya sea porque te equivocaste en la cuenta, porque el método anticonceptivo te falló y me encontraba en una disyuntiva en ese momento”, aseguró.

Todos esos estigmas la hicieron dudar de que si lo que estaba haciendo era lo correcto o no, después de analizarlo con su pareja decidió acudir a una clínica con todos los cuidados para abortar clandestinamente.

La intervención que tuvo fue segura, los médicos la acompañaron en todo el proceso al igual que su novio.

Después del procedimiento llegaron los estragos emocionales, debido a la imposición de los ideales de la sociedad, las dudas que rondaban a Brenda eran si había o no tomado la mejor decisión o si esta le traería futuras consecuencias.

“Todo podría resumirse y concluir en ya, terminó el aborto, decidí interrumpir una vida, como dicen y continuar con la mía, pero no todo termina ahí, al final yo sí tuve la certeza y la oportunidad a diferencia de otras mujeres de decidir sobre mi cuerpo y de darme cuenta que fue una buena decisión”, dijo.

Años después, con más madurez y una mejor estabilidad económica, Brenda decidió tener a su primer hijo.

“Yo decidí cuándo y creo que hay una etapa para tener hijos tanto físicamente como mentalmente y esta tiene una variante en las mujeres impresionante”, señaló.

Isabel no tuvo oportunidad de decidir

Corrían los años 80, Isabel de 19 tenía un noviazgo normal como cualquier otro e incluso había planes de casarse, su padre un hombre extremadamente estricto le tenía prohibido salir de casa sin permiso, ni siquiera podía tomarse de la mano con su pareja frente a su familia.

Para seguir estudiando Isabel tenía que trabajar en una sastrería, pues sabía que su padre no le iba a costear los estudios, ya que como él decía -no voy a malgastar mi dinero para que después termines lavando pañales-.

Creció en un ambiente machista, donde las mujeres no podían opinar, ni mucho menos decidir sobre qué hacer con su cuerpo, los mandatos culturales que imponía la sociedad era que si salías embarazada antes de casarte era promiscuidad y si abortabas te consideraban una mala mujer.

En aquel entonces Isabel no sabía qué era la educación sexual, en la escuela nunca se lo enseñaron, mucho menos en la casa, pues hablar de esos temas era considerado una imprudencia.

Debido a que tenía poco conocimiento sobre su sexualidad y los métodos anticonceptivos que debía usar, la primera vez que tuvo relaciones con su pareja no hubo ningún tipo de cuidado, por lo que salió en embarazada.

“El miedo a mi padre me llevó a decir que sí, porque realmente yo no fui quien decidió el aborto (…), fue por parte de su mamá, la de mi pareja”, contó.

El miedo a que fuera señalada por su familia y que su pareja la abandonara fueron uno de los factores que diariamente le rondaban en su cabeza y que la ponían entre la espada y la pared, la presión por parte de su suegra también influyó para que sintiera que no tenía la oportunidad de detenerse a pensar si quería o no tenerlo.

Fue su suegra quien la llevó abortar clandestinamente a un hospital de la ciudad de Veracruz, a la única que se lo contó fue a su madre, pues tenían que idearse la forma de salir de su casa sin que su papá sospechara.

Al salir del hospital los estragos emocionales comenzaron a hacerse presentes, debido a la educación que se le había inculcado sentía culpa, esto la llevó a tener problemas cuando se casó con su pareja, al igual que nunca contó con asesoría psicológica, lo que empeoró su situación.

Tuvieron que pasar más de 30 años y varías terapias psicológicas para que Isabel comprendiera que haber abortado no la convertía en una asesina.

“Ya no me causa culpa, ahora puedo entender que no fue del todo una vida a la que maté como yo tenía creído, ya me siento liberada emocionalmente, sobre todo como nos hacían creer católicamente que eras una asesina, que Dios no lo permitía, ya es prueba superada”, dijo.

Cultura machista condiciona a las mujeres después de abortar

El contexto social de machismo en el que la mayoría de las mujeres se desenvuelven, causa que sean señaladas cuando deciden abortar, aseguró Lorena Redondo, psicóloga feminista.

“Viene una sanción social, moral de que es mala mujer, pecadora y, además, si se da el embarazo lo que la cultura tradicional mexicana en la que vivimos espera, es que la mujer se sienta feliz y dichosa por estar embarazada, porque para eso nació”, dijo.

Romper con todo este patrón milenario que se les atribuye a las mujeres cuesta mucho trabajo, y no todas cuentan con el apoyo y la información para tomar una decisión personal, responsable y sincera sobre proceder o no con un embarazo.

Muchas de ellas suelen sentirse agredidas no solo por la sociedad, si no por sus propias familias, aunque cada mujer reacciona diferente a la situación, algunas suelen quedar más susceptibles después de haber decidido abortar, aunado a que muchas no cuentan con orientación psicológica.

“Puede haber depresión, ansiedad, puede hacer que estas mujeres por ya sentirse con baja autoestima, por sentirse culpables toleren maltrato, no solo de una pareja sino también de la propia familia o de la sociedad, porque al sentirse culpable siente que eso se merecen, ya que la misma cultura ese es el mensaje que nos manda”, comentó Lorena Redondo.

Debido a esto es fundamental que las mujeres cuenten con ayuda psicológica para enfrentar estos problemas que la sociedad les impone, para que no se sientan culpables por tomar decisiones sobre su cuerpo.

La reciente reforma al Código Penal para autorizar la interrupción legal del embarazo hasta las 12 semanas de gestación, fue aplaudida por muchas mujeres que como Rebeca e Isabel tuvieron que pasar por este proceso de criminalización y culpa por abortar y esperan que con esta modificación se apoye de manera adecuada a las que deciden interrumpir su embarazo.

vtr