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Covid también golpea al oficio de zapatero

Reparación de calzado es difícil de adaptarse a las nuevas tecnologías

Escrito en VERACRUZ el

Xalapa, Ver. – El oficio de zapatero agoniza en la ciudad capital. La pandemia por el virus Sars CoV-2 tiene en jaque a los pocos negocios y a las personas que se dedican a “remendar” el calzado. A pesar de que algunos días no logra ingresos, el local 8 del mercado Jáuregui se ha mantenido abierto al público desde el inicio de la cuarentena.

La vida en este mercado, ubicado en el primer cuadro de Xalapa, se acaba después de las tres de la tarde. Tras ese horario la gente ya no entra a comprar, por lo que la mayoría de los locales no esenciales, como las reparadoras de calzado, cierran después de este hora. 

Rafael Arista se dedica a reparar zapatos desde hace 45 años, porque dice “es lo único que sabe hacer”. A pesar de la crisis por la pandemia ha ido a trabajar a diario, a veces —comparte— no gana ni para el camión de regreso a casa, pero sabe que, si cierran el local, la posibilidad de que el negocio subsista sería nulas, “hay que estar aquí”, afirma.

El encargado de atender el local de reparación de calzado El Gallito cuenta que toda su vida ha trabajado en el mercado Jáuregui, y que jamás se había padecido una crisis como la que generó la pandemia del nuevo coronavirus.

La familia de Rafael ya padece los estragos por la falta de ingresos y la inactividad económica de la ciudad. Una de sus hijas, que ahora no va a la escuela por la contingencia sanitaria, empezó a trabajar para apoyar con los gastos diarios y el pago de servicios, porque esos no paran.

Previo a la contingencia sanitaria su trabajo era reparar entre 20 y 25 pares de zapatos diariamente. Él cobra por destajo, es importante coser, remendar, pegar o cambiar la suela del mayor número de zapatos al día, de eso depende su ganancia.

Su horario laboral era de 11 horas, entraba a las ocho y media de la mañana y cerraban a las siete y media, treinta minutos antes de que bajaran las cortinas del mercado.

A partir de marzo la situación cambió. Ahora debe mantenerse en el local comercial de nueve de la mañana a tres de la tarde. En un buen día le llevan hasta cinco pares de zapatos, en otros, no recibe un solo encargo y su patrón le debe dar de su “bolsa” para el camión y la comida, porque a veces no sacan ni lo que gastan en transporte. 

Don Rafa dice que no le tiene miedo al coronavirus, pues a deferencia del patrón, con quien convive en el pequeño local comercial, no porta cubreboca. Durante la plática en la que relata la difícil situación por la que atraviesa el negocio, siempre se muestra atento en la reparación de unos tacos de fútbol.

Cuenta que durante la pandemia solo se enfrentan a la falta de trabajo, hay clientes que acuden a dejar calzado para el remiendo, pero ya no regresan por ellos. También padecen los estragos de la falta de empleo y piden al zapatero guardarlos por unos días.

Ese hecho les genera pérdidas, pues no recuperan la inversión de la reparación, y eso complica la compra de insumos. “el trabajo es muy poquito, ahorita como que empieza a arrimarse algo, pero es muy difícil”.

Rafa aclara que él no sabe mucho de los gastos  y los ingresos del negocio, pues para eso está ahí el “patrón” que es quien cobra por los trabajos y el que se arregla con el Ayuntamiento.

A diferencia de otros comercios del propio mercado que han apostado por la venta por internet y el envío a domicilio, en el caso del oficio de zapatero no es funcional. Han intentado enviar el calzado arreglado en motocicleta o en taxi, pero los clientes no aceptan el servicio.

El propio mercado cuenta con una página oficial, en la que promueven a la mayor parte de negocios comerciales, el modelo de compraventa no es efectivo para todos los comerciantes, dice el entrevistado.

“Hay gente que nos deja su número, se la avisa por mensaje que ya está el trabajo y nos dice ahorita no puedo; y no hacemos más que guardarlo”.

La situación económica se torna difícil, y aunque no es muy optimista sobre el futuro del taller, insiste, Rafael dice que es necesario abrir el local para que la gente pueda llevar sus zapatos a remendar.

En los 104 días que lleva la pandemia, comenta, que ninguna autoridad estatal o municipal han acudido para ofrecer algún apoyo alimentario o programa social, o algún crédito para poder subsistir en medio de la pandemia. ygr