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Avioncitos de unicel: el oficio que Carlos no deja morir en Veracruz

Pese a pandemia, cierre de playas y bajas ventas, Carlos mantiene viva el oficio de elaborar y vender avioncitos de unicel en el puerto de Veracruz

Escrito en VERACRUZ el

En bulevar Manuel Ávila Camacho, sentado entre las escolleras al borde del mar de Veracruz, Carlos descansa de una larga e intensa jornada laboral, a su espalda un avión de unicel permanece flotando en el aire, anclado por la demás mercancía que no logró vender.

El hombre de 60 años lleva más de la mitad de su vida dedicada al oficio de hacer avioncitos de unicel, un juguete que se volvió tradicional de ver en las playas y el paseo de malecón desde hace años.

Su piel curtida por el sol y su lento caminar demuestran el cansancio que se le acumuló durante esas tres décadas en las que ha recorrido el mismo sitio cargando sus avioncitos.

Son las 6:00 de la tarde y apenas logró vender 150 pesos, desde las nueve de la mañana que salió de su casa, 50 de ellos los tuvo que tomar para comprar algo de comer, la única comida que pudo adquirir durante todo el día, afirma.

En aquella pequeña caja de cartón donde contiene las piezas de los aviones, que más tarde serán armadas por él, tiene alrededor de 700 pesos invertidos, de los cuales no puede sacar ni siquiera la mitad de lo que anteriormente lograba obtener.

“Las ventas estuvieron de la patada, ahorita apenas empezó a bajar la gente a la playa, antes no había nada, es que cerraron las playas”, dijo Carlos.

Durante el cierre de playas que implementó el municipio de Veracruz como medida para controlar la pandemia del covid, Carlos dejó de vender los aviones, para dedicarse a la venta de Tepache y así lograr un ingreso para llevar a su casa.

Veracruzanos casi no compran aviones

Con la reanudación de actividades y la llegada de algunos turistas decidió volver a sacar los aviones, aunque admite que ahora los niños, quienes son sus principales clientes, ya no les atrae aquellos juguetes que por muchos años fueron el sustento de su familia.

“Ahorita los niños nacen ya con el celular en la mano y yo ni siquiera lo puedo mover, ya se está perdiendo la costumbre”, lamentó.

Carlos asegura que los turistas y extranjeros son sus principales compradores, quienes adquieren sin titubear ni “regatear” aquellas manualidades que hace.

Mientras que los locales ya no suelen comprar como en aquellos tiempos, donde lograba obtener más de 300 pesos al día, por aquel trabajo.

A pesar de eso se mantiene fiel a aquel oficio, que le enseñó su cuñado y que le sigue sirviendo para tener un ingreso extra.

Tiene que mantener a su esposa y tres nietos

Aunado a eso, el mal tiempo no le favoreció, ya que dejó de trabajar dos fines de semana por el intenso viento. Los únicos días en los que sale a vender a la playa es sábado y domingo, el primero es donde logra obtener más ingresos.

Mientras que entre semana se dedica a la venta de elotes, para ayudar a su hija a mantener a sus dos nietos y a su esposa quien tuvo que ser operada cuatro veces por problemas en la vesícula.

Eso causó que Carlos tuviera que pedir un préstamo para poder solventar los gastos, ahora tiene que trabajar el doble para pagar esos 25 mil pesos que pidió.

Al igual que él, su esposa forma parte de las personas que se encuentran con más riesgo de padecer covid, debido a su edad y al padecimiento de diabetes, por lo cual ya no le es posible ayudarlo a trabajar.

Adultos mayores frente a la crisis del covid

Después de que se decretara la emergencia sanitaria por el covid-19, a finales de marzo del presente año, se estableció el resguardo casi obligatorio para los adultos mayores de 60 años, ya que forman parte de la población con más riesgo a tener complicaciones.

La mayoría de estas personas no logró cumplir con el resguardo domiciliar, ya que sus condiciones económicas no se le permitían.

Según un estudio realizado por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), 23 por ciento de los adultos mayores de 68 años siguen trabajando a pesar de estar en edad de retiro y de ellos, 43 por ciento lo hace en actividades con alto riesgo de desempleo.

En el documento Adultos mayores y COVID-19: Vulnerabilidad económica ante la crisis sanitaria, señala que, a pesar de que el Gobierno Federal adelantó los apoyos por la crisis sanitaria y aunque el monto de la cantidad del presupuesto ha ido creciendo durante los últimos tres años.

Puesto que en el 2017 la cantidad que se les otorgaba era de 580 pesos al mes, 730 pesos más que el monto actual, el cual es de 1 mil 310 al mes.

No es suficiente para hacer frente a la crisis que se está viendo y satisfacer las necesidades de los adultos mayores.

Siendo las personas que viven en las zonas urbanas las más afectada, ya que, con esa cantidad se cubre la línea de bienestar mínima rural y 80 por ciento de la línea de bienestar mínima urbana.

Ambas representan el costo de la canasta alimentaria por persona en las zonas de más de 2 mil 500 habitantes, si se consideran las líneas de bienestar rural y urbana, la pensión de adultos mayores cubre el 62 y el 41 por ciento de la canasta básica.

Además de eso no se consideran los gastos extraordinarios, al igual que no se contempló a los adultos mayores de 60 y 67 años, que cómo Carlos fueron afectados por las mismas medidas de confinamiento, las cuales los obligaron a seguir trabajando.