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Alicia, tres veces violada y tres veces ignorada por el MP

La joven mujer fue abusada en 2015, 2017 y en junio pasado; aunque ha identificado a sus agresores ante el MP, prevalece la impunidad

Escrito en ESTADOS el

CHILPANCINGO (La Silla Rota). En Iguala la impunidad llega a niveles donde una mujer puede ser violada en tres ocasiones en cuatro años por las mismas personas, que están identificadas y denunciadas ante el Ministerio Público, y no pasar nada con ellos.

Esto es parte de lo que vive Alicia –la llamaremos con este nombre por seguridad–, una joven de 19 años que se atrevió a hacer público su caso en busca de la justicia que le deben.

La primera vez que la violaron tenía 15 años, estudiaba el primer año de la preparatoria y trabajaba en una fonda de comida en la ciudad de Iguala. En ese lugar conoció a quien sería uno de sus agresores. El ataque en su contra ocurrió el 9 de junio de 2015.

Ese hecho, dice, lo denunció el 22 de junio de 2015 ante el Ministerio Público local, la primera instancia para una investigación que es responsabilidad la Fiscalía General del Estado (FGE), pero no avanzó. Las evidencias son las dos agresiones sexuales posteriores que vivió y que sus agresores enviaran a un hombre a su propia escuela para advertírselas.

“Después yo iba a mi escuela, normal. Entra a mi escuela y me amenazó un tipo, (con) que ellos, (sus agresores), no me iban a dejar de molestar. Que tampoco querían embarazarme, porque así no les servía”, narra la joven, que ahora es madre de un niño de tres años.

La segunda agresión

Alicia vio en la amenaza una alterativa para evitar más violaciones: se embarazó y tuvo un hijo. Su condición de madre no la salvó. El 17 de septiembre de 2017 la violaron por segunda vez.

En ese tiempo Alicia trabaja en una fábrica llamada Trajes inigualables, que está en la ciudad de Iguala. Todo comenzó una mañana, poco antes de llegar a la fábrica. 

Sonó el timbre de llamadas de su celular y contestó. Un hombre le dijo por el teléfono que debía subirse al vehículo que le indicaran, de lo contrario matarían a su hijo. “Una persona estaba a mi lado, él ya estaba ahí y me dijo que me subiera a la camioneta. Él llevaba una pistola y me amenaza”, cuenta.

En la camioneta alguien le tapó la nariz con un trapo y perdió el conocimiento hasta que despertó desnuda en una casa que no sabe dónde está. “Me violaron varias personas. Me vendieron, recibieron dinero a cambio de tener relaciones conmigo. Me privaron de mi libertad durante dos días”, dice.

Está segura que la drogaron durante esos dos días y que “hicieron lo que quisieron” con ella. Después la liberaron. “Me dejaron en la calle tirada, no sabía ni quién era, no reconocía ni a mi mamá. No sabía nada. Los policías me auxiliaron y me llevaron a poner la denuncia. En ese momento yo no recordaba nada”, menciona.

Esa ocasión Alicia no pudo presentar la denuncia de manera inmediata, porque en realidad no recordaba qué ocurrió, fue hasta el mes de enero de este 2019 que tuvo la claridad de esos días en cautiverio, entonces presentó otra denuncia al Ministerio Público que tampoco ha avanzado.

Agresores identificados

Con el tiempo, sus vivencias y las indagaciones que ha hecho tiene identificados a tres de sus agresores, uno de ellos trabajaba en la misma fábrica donde laboraba ella y otro es un periodista de la ciudad de Iguala que es muy probable, dijo, esté involucrado en otros casos. “De hecho quien me compró en aquella ocasión, es periodista”, comenta.

Ella asegura que ha presentado a las autoridades fotografías de dos de sus agresores, pero que sus denuncias no prosperan. También exhibió que su agresor empleado en su mismo lugar de trabajo, renunció a los tres o cuatro días que presentó la denuncia por la segunda violación. Es importante recordar que Alicia denunció este caso tres meses después de los hechos, es decir, cuando recordó lo que le pasó.

Alicia evita hacer alguna conjetura con que personal del Ministerio Público o la FGE tenga relación con sus agresores, pero sí se cuestiona por qué uno de ellos, o sea quien trabajaba en la misma fábrica que ella, renunció al trabajo días después que presentó la denuncia donde lo señalaba. “¿Cómo se enteró él de yo puse una denuncia?”, cuestionó.

En las agresiones sexuales que ha vivido Alicia ha identificado patrones marcados: la han drogado, la han grabado al momento de la violación y exhibido esos videos y hay más víctimas al momento de sus agresiones. 

Está segura que durante los dos días de cautiverio de su segunda agresión había en la casa que la tuvieron, al menos dos mujeres más. “Uno estaba enfrente de mí”, dice.

Alicia, que al momento de la entrevista la acompaña su madre, se queja de que sus denuncias, que ahora suman cuatro o cinco, por el acoso que también ha vivido, no tenga ningún resultado. Parece que en la FGE no le dan importancia, cuando vive un progresivo riesgo. Hasta hoy ninguno de los casos o agresiones se ha judicializado.

“Lo único que me dijeron es que me podían ofrecer un refugio temporal, a lo que yo les dije que no, porque así me lo hicieron en 2015 y esperaban que yo me fuera para que ellos no hicieran nada”, comenta.

A su juicio hay una intención de no investigar. “Se supone que quieren saber dónde me tenían, pueden seguirlos, pueden saber dónde se llevan a otras personas”, insiste.

Alicia y su madre vinieron de Iguala a Chilpancingo el jueves 29 de agosto con la intención de ver la fiscal Jorge Zuriel de los Santos Barrila, para que las escuchara y supiera lo que han vivido en estos cuatro años. En su lugar los atendió la fiscal Especializada en Delitos Sexuales y Violencia Familiar, Silvia Elena Aivar García.

Con tres violaciones consecutivas se hace evidente que sus agresores saben los movimientos de Alicia, por eso ella aprovecha la denuncia pública para enviarle un mensaje al gobernador Héctor Astudillo Flores de su necesidad de medidas de protección. “Que se dé cuenta de cómo se vive en Iguala”, dice.

Alicia bien sabe lo que es vivir en Iguala. La última vez que la violaron, la tercera, fue apenas el 13 de junio pasado.