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Adriana cambia tacos de canasta por internet para sus hijos

Es vendedora de comida de toda la vida, reconoce que la pandemia generó la peor crisis en sus ventas; al inicio del mes de septiembre mejoraron sus ingresos

Escrito en VERACRUZ el

XALAPA, VER.-  Los clásicos tacos de canasta, ya sean de longaniza, bistec, frijol, papa, tinga y chicharrón, han permitido a doña Adriana subsistir a la pandemia. Desde que empezó la contingencia sanitaria ha trabajado en la esquina de Zaragoza y Sebastián Camacho, frente a la torre de Seguridad Pública y Palacio de Gobierno, para pagar los gastos de su casa y mantener a su familia.

Desde hace 27 años vende tacos de canasta de lunes a viernes, el oficio lo aprendió de la familia. La comida es un negocio redituable, le representa un ingreso de entre 200 y 300 pesos a diario; cuando no logra vender todo su producto se convierte en el alimento de sus dos hijos: una de 18, estudiante de bachillerato, y otro de 13, que cursa la secundaria.

Desde el inicio del ciclo escolar 2020-2021, usa los tacos como forma de pago, el trueque le permite garantizar internet para sus dos hijos. Viven en la colonia Progreso y renta un cuarto, no le alcanza para contratar los servicios de Megacable o Telmex, por lo que su vecina le “presta” su clave de Wifi, así sus hijos pueden seguir estudiando.

Tiene una pequeña televisión que permitiría a los dos jóvenes tomar clases, pero como la modalidad es en línea, requiere del servicio de internet. Solo tiene un teléfono, los dos jóvenes deben compartir el equipo a lo largo del día para tomar clases y cumplir con la tarea.

“Mi hija la mayor tiene 18 y el menor tiene 13, estudian la prepa y la secundaria. Una vecina nos presta el internet, no me quiere cobrar, pero no me quiero hacer la cachetona, y le pago con taquitos, hacemos cambalache”, platica con La Silla Rota Veracruz.

A diferencia de los 60 vendedores del Parque Juárez, que fueron retirados del espacio público por el riesgo de contagio al virus Sars CoV-2 desde el 25 de abril, doña Adriana fue reubicada en las calles Zaragoza y Sebastián Camacho.

Por seis meses las ventas fueron bajas. Había días que solo vendía 10 tacos, lo que le generaba un ingreso de 80 pesos. Fue a inicios de septiembre que la venta mejoró, poco a poco sus ingresos han aumentado, y en días buenos gana hasta 300 pesos.

Para preparar la venta se despierta a las 3 de la mañana, a esa hora empieza a cocinar los guisos que vende en el centro. Algunos son sencillos, como la salsa de chicharrón o los frijoles refritos, pero otros requieren de más tiempo para sazonar.

Antes de las siete de la mañana, debe salir de su casa para buscar un taxi que la traslade al primer cuadro de la ciudad. Todos los días carga con su canasta de mimbre, una sombrilla, para cubrirse del sol o la lluvia, un banquito de madera, que ocupa para descansar en los ratos libres; un soporte blanco, cartulinas fluorescentes con el menú, así como un par de morrales en los que lleva salsas, servilletas y platitos desechables para la venta.

De marzo a agosto la venta fue muy baja, sus principales clientes son los trabajadores de gobierno del Estado y el hecho de que sólo acudían por guardias y los de confianza, desplomó sus ingresos hasta en un 70 por ciento.

En ocasiones dejó de ir a la esquina, pues no tenía ni para invertir en la compra de las tortillas, y aunque sus clientes le pedían no faltar, como a ellos los rotaban a veces no coincidían los días. “A nosotros nos dijo el municipio que nos iban a tolerar si contábamos con gel y cubrebocas. Y si no contábamos con el gel nos iban a quitar”.

La gente ya tomó conciencia de la necesidad de mantener las recomendaciones de sana distancia, usan el gel sanitizante antes de empezar a comer; o en todo caso, le piden a doña Adriana que les preparen “los taquitos” para llevar.

La señora porta un cubreboca negro, y muestra que tiene una botella adicional de gel, esta colgada de su estructura de metal que sostiene la canasta, “esta sólo la uso yo, y la para despachar la comida uso bolsas desechables, mis manos no tocan el alimento, esa fue la instrucción”.

De lunes a viernes la vendedora de 40 años ofrece tacos desde las siete de la mañana hasta las 2 de la tarde en las inmediaciones de Palacio de Gobierno. De sábado a domingo debe trabajar en el servicio de limpieza de casas, lavar ropa o planchar ajeno, así logra completar el gasto pues se separó del papá de sus hijos y ella es la responsable de todos los gastos.

Antes de la pandemia vendía tacos en las inmediaciones del Centro Estatal de Cancerología, la dirección de Comercio la reubicó en el centro, con la condicionante de que debía respetar las medidas sanitarias en la atención de los clientes.

vtr