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Abuelitas aisladas en asilo por contingencia de coronavirus

El recinto informó a los visitantes de abtenerse para evitar poner en riesgo a las adultas mayores que se encuentran en el asilo

Escrito en VERACRUZ el

"Por la emergencia que se está dando en nuestro país para prevenir la epidemia del coronavirus (COVID-19) se les comunica que: Queda restringido el acceso de personas a este Asilo: familiares, amigos y conocidos hasta nuevo aviso", se lee en el anuncio que colocaron en la entrada principal del asilo Madre del Perpetuo Socorro, de Coatzacoalcos.

Una medida que aplican desde esta semana para evitar exponer a los adultos mayores, toda vez que son los más vulnerables a contraer el virus de acuerdo a lo señalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En este refugio hay 14 adultas mayores, mismos que en días de visita son frecuentados por sus hijos o hermanos.

Y es que en países como España ya se reportó el primer deceso de 17 abuelitos que se encontraban en un asilo, de ahí que las madres y responsables de este lugar hayan tomado dicha determinación.

Conviven entre ellas o tejen para entretenerse

"Si nos aburrimos hijito y pues tenemos que obedecer papá", nos grita una abuelita detrás de los barrotes blancos, mientras se refresca en su silla de ruedas.

A lo lejos vemos a tres ancianitas sonríen y nos preguntan de dónde venimos, porque no nos podemos acercar por las nuevas disposiciones.

"Peinate porque te van a tomar foto", le dice una a otra y se sueltan a reír.

Algunas tejen sus manteles con hilo sedal y otras solo observan entre las rendijas a las personas pasar.

Imaginamos que añoran sus años de juventud cuando  caminaban por las calles de la ciudad sin  problema alguno o sin ayuda de una silla de ruedas.

Llama la atención un segundo letrero donde se pide "a todos los que venden, favor de no acercarse a los abuelitas", pues suponemos que aprovechan el área de esparcimiento para hacerlo.

Sin duda será un martirio para estas ancianitas no ver a sus familiares y recibir un detalle como cada semana, algo que no podemos precisar si ya les fue informado por las monjas que las cuidan.

Quizá sufran y se escurran algunas lágrimas cuando no vean entrar a sus hijos, hijas, hermanos, hermanas o conocidos, por esta medida.