Main logo

Parteras de Chiapas: la batalla invisible contra la mortalidad materna

La entidad sureña ocupa el primer puesto en la tabla de decesos de madres, al igual que el año pasado

Escrito en ESPECIALES LSR el

Históricamente, Chiapas ha ocupado los primeros lugares en muerte materna y este año no es la excepción. Según datos del Observatorio Nacional de Muerte Materna, de enero a la fecha se han registrado 37 decesos, la misma cifra que en similar periodo de 2018, año que cerró con 53.

Según expertos, el sector Salud local enfrenta dos situaciones: la primera tiene que ver con la saturación de mujeres embarazadas atendidas en clínicas y hospitales públicos, y la segunda, no ha habido capacitación a la mayoría de parteras de la entidad, lo que podría ser clave para evitar más fallecimientos.

De acuerdo con datos oficiales, en la entidad chiapaneca existen 3 mil 270 parteras censadas en las 10 jurisdicciones sanitarias, de las cuales 2 mil 545 están capacitadas, lo que representa 78 por ciento a nivel estatal. De este cúmulo, el 29% se concentra en la Jurisdicción Sanitaria II, con sede en San Cristóbal de Las Casas, es decir 953 en total, mientras que Ocosingo “absorbe” el 20%.

Prueba de que esta actividad empírica y “de generación en generación” es de suma importancia, es que cerca del 35% de los partos en el estado (en total son como 180 mil anuales) son atendidos en domicilios particulares, la cifra más alta en todo el país, según un estudio del Instituto Nacional de las Mujeres.

De acuerdo con Ofelia Pérez Ruiz, vocera del Movimiento Nich Ixim (Flor de Maíz), agrupación integrada por medio millar de parteras con sede en San Cristóbal, es de vital importancia que el Instituto de Salud no las haga a un lado porque —advierte— la cifra de “compañeras de batalla” supera los datos oficiales. Solo ella tiene como 8 mil en su lista.


Es decir, la joven mujer originaria de Chenalhó apunta que, por cada paraje o ejido de las comunidades, en este caso indígenas, existen de una a tres mujeres dedicadas a recibir y atender a embarazadas, lo que sin duda representa un “desahogo” para los hospitales porque, de lo contrario, de seguro habría más muertes maternas porque no se darían abasto.

Lo que más les duele y decepciona, externa, es que de forma constante los médicos las criminalizan y amenazan con denunciarlas para que las “encarcelen” en caso de que ocurra una muerte, “porque es común que cuando hay una complicación, en los hospitales digan que las mujeres ya van ‘manoseadas’ por una partera. Inclusive muchas han dejado la partería por lo mismo”.

Con base en información obtenida, se sabe que esto ha provocado que en las mismas comunidades se comience a erosionar el respeto que había para quienes practican la partería como un estilo de vida, pero más allá: como un don que Dios les dio.

Lo que el sector Salud debe tener en mente, advierte Ofelia (heredera de este oficio), es que es complicado que una mujer indígena se atienda en un hospital, ya sea por una cuestión cultural o por la falta de recursos para viajar y mantenerse mientras dan a luz. “Lamentamos que se haya obstaculizado mucho nuestro trabajo, que aún no entiendan nuestra labor en las comunidades”.

Sin embargo, comenta otra cuestión delicada: quienes se atienden con una de ellas corren el riesgo de que sus niños no reciban en esos nosocomios las vacunas necesarias para evitar enfermedades, además de que no les otorguen el certificado de nacimiento, y por eso se ven obligadas a acudir a un espacio de este tipo.

De hecho, el Movimiento Nich Ixim, impulsado y cobijado por Formación y Capacitación, AC (FoCa), inició su labor hace 23 años en cada una de las localidades de la región Altos de Chiapas para acercarse a las mujeres indígenas para apoyarlas y concientizarlas sobre los temas de salud sexual y reproductiva.

Desfalco al sector salud, uno de los lastres

Marcos Arana, secretario técnico del Comité Promotor de una Maternidad Segura y Voluntaria en el estado, explica que la actual administración ha hecho los esfuerzos necesarios, pero aún son insuficientes, pues no solo se trata de las muertes maternas, sino de los fallecimientos perinatales, “de los cuales no hay cifras, pero estamos seguros de que son muchos y nos dejarían fríos”.

Lo que también ha “abonado” para que no se logren las metas de reducir esta situación, como lo que sucedió con el fracaso de los Objetivos del Desarrollo del Milenio en 2015, es que ha habido un desfinanciamiento y desabasto “tremendo” de los centros hospitalarios que atienden las urgencias, sobre todo en los dos últimos sexenios con Juan Sabines Guerrero y Manuel Velasco Coello.

“Todo esto ha incidido de manera grave, hay repercusiones en todas las enfermedades, en todos los padecimientos, y por supuesto que en mortalidad materna y perinatal”, detalla el también médico investigador del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.

Zona urbana, la misma realidad

No obstante que se pensaría que en la zona urbana el panorama es diferente en comparación con el sector rural, la realidad es la misma: de las alrededor de 500 parteras que se calcula operan en Tuxtla Gutiérrez, la capital chiapaneca, solo un centenar estaría capacitada, según advierte Annie Cáceres Solórzano, quien desde hace cuatro décadas ha visto pasar entre sus manos a miles de recién nacidos.

Para ella, el “talón de Aquiles” de los hospitales públicos en Chiapas es que cada vez se saturan más, y han aligerado las atenciones con la ya más utilizada cesárea, cuando bien podrían capacitar y equipar a las parteras para que eso no ocurriera.

En la actualidad, por desgracia, le dejan todo a los médicos pasantes, y las mujeres son atendidas por muchos, y le sumamos que ya no nos dan cursos como lo hacían antes, es decir que tiene mucho tiempo que no se preocupan por nosotras, pues entre más nos apoyaran, tendríamos la facultad de brindar un mejor servicio a nuestras pacientes

Sentada en su consultorio y luego de señalar al menos una veintena de bitácoras de los alumbramientos que ha atendido en ese lapso, refiere que eso sería importante porque lo que una partera hace, agrega, es crear lazos afectivos no solo con las embarazadas sino hasta con los mismos familiares, “un parto humanizado, por así decirlo”.

Tras destacar que nunca ha tenido problemas o si los avizora de inmediato los canaliza a las instancias de salud competentes, sabe que la función de ellas es elemental, pero está consciente de que muchas veces se derivan las complicaciones porque hay compañeras que aún requieren de mayor conocimiento, “y además, la medicina ha evolucionado”.

Visibilizar la partería en certificados de alumbramiento

En la actualidad, refiere de nueva cuenta Ofelia Pérez, dedicada a este oficio desde hace poco más de dos décadas, preparan algunas propuestas para su sector, una de éstas es que les permitan expedir certificados de alumbramiento, lo que sería un gran paso para ellas, pues aún están invisibilizadas y solo aparecen, pero en los subregistros.

Al respecto, Marcos Arana aclara que esto sería de suma importancia porque la labor de la partería no se registra ni en esos certificados, “y sería algo justo porque la mayor parte de esos nacimientos son atendidos sin consecuencias negativas ni para la mamá ni para el bebé, aunque por obviedad siempre hay cosas qué afinar”.

Aunque para él existe un doble discurso por parte de las autoridades, en este caso de salud, porque por un lado se “busca conservar y fortalecer” a la partería, pero por el otro se le “hace de menos”.

“Y lo más lamentable es que a las mujeres indígenas las han condicionado para que acudan a los hospitales, pues de no hacerlo les quitarían los apoyos sociales que otorga el gobierno”, revela.

Lo que se debe de discutir en adelante, coinciden los entrevistados, es en un nuevo modelo de atención obstétrico y prenatal, y más aún en los estados donde la muerte materna es “el pan de cada día”, para de esa manera evitar que los hospitales se “congestionen” o, al menos, que sí estén abastecidos.

 

“Algo también que se puede hacer es quitar algunos incentivos perversos: en el Seguro Popular, los hospitales recibían más recursos si hacían cesáreas en vez de atender los partos naturales”, asevera Arana, quien advierte que sería sano rescatar la organización de redes sociales de apoyo a las mujeres cuando tienen complicaciones.

Si continúa la criminalización y no son tomadas en cuenta para ser visibilizadas, más parteras dejarán este tradicional oficio y, el panorama, de seguro, empeoraría en un futuro no lejano. “Sabemos que existen, que las hay, pero muchas ya no ejercen su labor, y eso es lamentable”, concluye Ofelia.