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“Me retiraría de vender por catálogo si tengo que pagar impuestos”

Datos de la Asociación Mexicana de Ventas Directas muestran que en 2015 el rubro generó ventas por 65.7 millones de pesos; en 2016 por 69.4 mdp; y en 2017 por 71 mdp

Escrito en ESPECIALES LSR el

Con curiosidad mujeres de diversas edades aprovecharon su visita para comprar mercancía en una conocida casa de venta de lencería por catálogo, y preguntaron: “¿Cómo está eso de que pagaremos impuestos? Lo oí en las noticias”. La respuesta que recibieron de la dependienta del mostrador fue simple. “Todavía no es obligatorio, hasta que anuncien que por disposición oficial a partir de tal día debemos facturar sus compras y que, quien no lo haga, tendrá una consecuencia”.

Aún así, la fuerza de ventas de esta marca de lencería y otras más ubicadas en calzada de Tlalpan, no se mostraron angustiadas, ni siquiera molestas, por el mensaje enviado por la secretaría de Hacienda en el paquete económico 2020, al anunciar que ellas se convertirían en contribuyentes fiscales.

“Desde ayer nos estuvieron preguntando”, narra a LSR Rosa, una de las dependientas de mostrador consultada. Prefiere no dar su apellido, pero continúa platicando discretamente. “Del dicho al hecho hay mucho trecho, por ahora no les preocupa el tema hasta que no se anuncie qué tipo de impuesto pagarían y cuánto va a ser”, precisa.

La propuesta no es una ocurrencia de la dependencia federal. Datos de la Asociación Mexicana de Ventas Directas (AMVD) delimitan el tamaño de este mercado que ha aumentado en los últimos cuatro años. En 2015 generó ventas netas por 65.7 millones de pesos; en 2016 por 69.4 mdp; y en 2017 por 71 mdp.

Pero hay otros datos relevantes que permiten conocer el perfil de este nuevo contribuyente, en caso -claro-, de que la propuesta sea aprobada por el Congreso. AMVD refiere que un promedio de 2.7 millones de personas se dedica a la venta por catálogo, de los cuales el 78 por ciento son mujeres casadas o en unión libre. Con edades entre 18 y 65 años; con un promedio de tres a cinco dependientes económicos. Que viven en áreas urbanas con estudios de primaria, secundaria o bachillerato. Y destaca que, la mitad de ellos para mejorar sus ingresos, venden más de dos marcas de productos.

La motivación como arma

Una conocida marca de venta de zapatos y ropa invita así a los visitantes de su página web a integrarse a su fuerza de ventas. “Somos la mejor opción para cumplir tus sueños y alcanzar tus metas financieras, siendo la empresa líder en venta por catálogo”, afirma. Y les dibuja su futuro con frases: “tendrás un negocio propio… podrás convertirte en microempresario exitoso… nadie detendrá tu crecimiento… tendrás beneficios económicos, personales y profesionales”.

Pese a tan jugosa oferta que incluye flexibilidad de horario y poca inversión inicial de dinero, Ana -un adulto mayor de más de 65 años- cuenta así su experiencia en este sector, mientras espera su turno de atención para hacer su pedido de mercancía. “Lo que gano no es una entrada de dinero que tu digas es la octava maravilla del mundo. Depende mucho de la clientela que tengas, que sean buenas compradoras, pero sobre todo buenas pagadoras. Al principio tuve buenas ventas, pero luego me enferme y apenas empiezo otra vez. Le vendo a mis hijas, a la familia, a las amigas y a veces hasta yo misma consumo”.

“No me preocuparía mucho por la noticia de pagar impuestos porque nunca me he dado de alta en Hacienda. Además, soy de tercera edad, ya sería más difícil que todavía pagara impuestos ¿no?”, piensa.

Las empresas apapachan a esas mujeres que les generan sus más importantes ganancias, sin tener que facturar necesariamente todas y cada una de las ventas que les hacen, aunque de origen éstas ya incluyen el impuesto al valor agregado (IVA). Por ejemplo, por comprar un catálogo (cuyo costo oscila entre los diez a cien pesos según la marca), reciben una bolsa, un paraguas o algún objeto para cocina. En ocasiones no reciben nada.

Naturalmente quienes generan altos márgenes de venta (por vender en sitios masivos como oficinas de gobierno y escuelas), reciben mayores descuentos en sus compras lo que les permite tener un mayor margen de ganancias. En promedio cada producto vendido ofrece, entre el precio de compra y precio de venta sugerido, una ganancia de entre 20 y 30 por ciento; pero hay casos en los que se puede alcanzar hasta el 50 por ciento en caso de que la venta se haga en pagos o tandas.

Belleza, moda, hogar y nutrición son los principales sistemas de venta que, señala AMVD en sus datos más recientes de 2017, rigen el mercado de compra por catálogo. Y agrega que, por categorías, lo más vendible son los suplementos alimenticios, cosméticos y productos para el hogar.

Antonia lleva a su bebé en brazos mientras espera su turno de atención en otra casa de lencería. Le acompaña su hija adolescente. Desde hace un año, juntas -aunque cada una en su terreno, la primera en casa y la segunda en la escuela-, venden ropa interior, pijamas, ropa casual y cosméticos de la marca que representan.

“Yo me retiraría de vender si tengo que empezar a pagar impuestos”, declara Antonia. “Lo que ganamos vendiendo por catálogo es solo un apoyo porque no me dedico a esto de tiempo completo, me tengo que dedicar también a la casa y mis hijos”, enlista.

Y plantea una pregunta importante: ¿Cómo podría Hacienda detectar que ella es una vendedora por catálogo y que debería pagar impuestos? Deduce, por lógica, que sería la propia empresa quien informe al Sistema de Administración Tributaria, quiénes integran su fuerza de ventas. ¿Sería posible entonces que cada empresa entregue al SAT, con nombre y apellido, todos los datos de su brazo derecho, es decir, su fuerza de ventas? “Yo tengo aquí un número de registro, un número de cliente, quizás por ahí podría Hacienda enterarse de cuánto compro y cuánto impuesto debo pagar. Pero como le decía, uno va al día con lo que gana por vender. Y regularmente no ves tus ganancias en el primer mes de venta, sino hasta el segundo o tercero porque tus clientas te pagan en abonos”.

Aunque no abunda mucho sobre el tema, la iniciativa que Hacienda envió al Congreso señala con una redacción cauta que 2.5 millones de personas se dedican a esta actividad comercial, sin especificar si todos o solo una parte de ellos, paga impuestos. En general solo refiere que este sector de la población económica opera fiscalmente bajo el régimen de persona física con actividad empresarial. Pero más adelante sugiere indirectamente que, en caso de aprobarse dicha iniciativa, “se contribuye a fomentar la formalidad”.

En cuanto al tipo de impuesto a pagar, el texto refiere “un esquema simplificado de retención, que consiste en determinar el ISR a pagar sobre la diferencia entre el precio de venta sugerido y el precio de compra, este último directamente observado por la empresa que provee los productos al vendedor independiente”. Esto significaría que, en efecto, serían las propias empresas quienes deban informar al SAT quiénes y cuántas de sus vendedoras de fuerza de ventas compraron y cuánto compraron para poder hacer entonces el cálculo del impuesto a pagar.

La hija de Antonia, Geraldine, interviene en la plática y ante este escenario abre dos alternativas. “Pues si es un impuesto pequeño, mínimo, yo no tendría inconveniente en pagarlo. La otra opción es no facturar lo que compro y seguir vendiendo”, dice.

LSR solicitó una entrevista con la AMVD para hablar del tema, pero vía telefónica la respuesta que recibió fue clara. “La empresa aún no tiene una postura al respeto. En tanto, por favor envíe un correo electrónico con su solicitud”.

djh