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La ruta de la trata con fines sexuales en bares de EU

Una investigación del Buró Federal de Investigaciones (FBI) revela que los Zetas enganchan mujeres del sur de México y Centroamérica para obligarlas a trabajar

Escrito en ESPECIALES LSR el

A María siempre le dejaron en claro que estaba en deuda con Pascual desde que llegó a los Estados Unidos. Ella tendría que pagarle al coyote, el hospedaje, la comida, los vestidos, las clases de baile y hasta el maquillaje… la promesa fue que una vez liquidada “la inversión” quedaría libre. Llegó a ese país a trabajar, primero con la idea de ser mesera, luego terminó haciendo trabajo sexuales a la fuerza, según relató a las autoridades estadounidenses y a Polaris, organización no gubernamental que ayuda a rescatar a mujeres víctimas de trata.

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Pascual le dijo que los clientes podían hacer lo que quisieran con su cuerpo, solo así pagaría lo que le debía.

Estuvo un año trabajando en una cantina en Texas, visitada mayormente para hispanos,  pero María no terminaba de pagar la deuda. 

"No se me quitaba de la cabeza cuántas enfermedades, cuántos moretones más me saldrían", recuerda en entrevista para La SillaRota. 

Llegó un momento, asegura, en que tenía que  pagar  100 dólares de "multa" por no bailar bien, 100 dólares más si un cliente se quejaba y si preguntaba por qué. 

Hasta que fue rescatada y entendió que era  víctima de trata de una red sofisticada que opera en los Estados Unidos y que recluta a mujeres de México y Centro América para atender cantinas de latinos en aquel país; un mercado que va en auge, según las autoridades norteamericanas.

“Había días en los que le pedía Dios no despertar y sí, me sentía estúpida por no tener el valor de matarme, me sentía estúpida porque nunca supe en qué momento llegue a este punto, en qué momento permití que todo esto pasara, en por qué chingados me deje embarazar por ese cabrón”, cuenta la mujer que ahora vive en Mazatepec, Morelos y fue rescatada después de tres años de ser explotada sexualmente.

Un análisis que realizó el Buró Federal de Investigaciones (FBI) en el 2015, reveló que esta célula de tratantes es manejada por el Cartel de los “Z”, quienes tienen a “enganchadores o reclutadores” en los estados de sur de México como Oaxaca, Chiapas, Guerrero y Morelos, así como en Guatemala, El Salvados y Honduras, de estos puntos obtienen la materia prima, ya sea engatusándolas o por la fuerza.

Del 2015 a la fecha un total de 17 mujeres han sido rescatadas por el FBI, las víctimas narran que una vez en los Estados Unidos las llevas a ciudades como Las Vegas, Houston, San Diego, Miami, Nueva York, incluso más al norte a lugares como Winsconsin, donde hay latinos, ahí su trabajo consiste en “fichar” y ofrecer trabajo sexual a todos los migrantes de habla hispana.

En las granjas de entidades del norte de Estados Unidos donde los encargados y empleados son latinos por ejemplo, a las mujeres las obligan a vivir en remolques. Cobran 30 dólares por servicio sexual y en los días de paga, según detallaron a la autoridad que los rescató, llegan a tener hasta 50 servicios por día, ellas apenas ganaban el 1% de todo su esfuerzo.

“Maras” las cruzan

La investigación de FBI cruzó fronteras. Encontró  que el Cartel de los “Z” utiliza a integrantes de la pandilla Mara Salvatrucha para reclutar a las mujeres en Centroamérica y México, de sus estados natales las trasladan a Tijuana y de ahí las llevan a San Diego, Las Vegas o Nueva York para después ser repartidas a las caninas latinas donde son requeridas.

La colaboración estrecha entre Maras y “Z” encendió las alarmas de las autoridades americanas e iniciaron un investigación que derivó en el cateo de siete cantinas en la Unión Americana y se logró el rescate de 10 mujeres, 7 centroamericanas y tres mexicanas, sin embargo, aunque fue un duro golpe para esta organización, no se ha logrado desmantelar en su totalidad.

Las jóvenes rescatadas, antes de ser regresadas a sus estados de origen, reciben ayuda y atención psicológica de la fundación Polaris, quienes buscan la posibilidad de reintegrarlas a la sociedad americana, aunque están de ilegales les ofrecen trabajo, un techo y lo más importante ellas ayudan a otras mujeres que viven una situación de trata.

Polaris  alertó a las autoridades mexicanas de esta situación después del cateo en la cantina María Bonita en Houston, Texas, donde cuatro mujeres fueron rescatadas en condiciones deplorables. En esta cantina las obligan a sostener relaciones sexuales con desconocidos; una víctima de este delito reveló que tenía que entregar una cuota diaria de 20 clientes.

“Tenemos siete años aproximadamente trabajando este problema, a partir del incidente en la cantina María Bonita nos dimos cuenta de la gravedad del problema, afortunadamente ahora ya se conoce y nuestro trabajo consiste en evitar que más mujeres caigan en esta red y ayudar a las que están sufriendo.

“Es un trabajo complicado porque ellas no se dan cuenta de que son víctimas de trata, todos les da miedo, creen que las van a deportar, que las van a meter a la cárcel por lo que están haciendo, creen todo lo que el padrote les dice y eso complica que denuncien o que pidan ayuda, por todos lados son víctimas, sin embargo hay mujeres que no quieren ser rescatadas y que ayuda a reclutar a otras mujeres, el algo bien complicado”, comentó Lisa Schohl de la fundación Polaris.

Esta fundación en la actualidad trabaja con 45 mujeres que durante este año han sido rescatadas de la trata sexual. Ahora las autoridades les piden que los acompañen en los operativos que realizan en las cantinas latinas. A las víctimas les dejan en claro que son eso, víctimas y que en los Estados Unidos tienen derechos.

Los cateos se han extendido a otras ciudades americanas donde también han detectado que hombres de la comunidad Lesbica-Gay pasan por una situación similar. Siete masculinos han sido rescatados y también se les ofrece la misma ayuda psicológica y de trabajo.

Dos años ya radicando en su pueblo natal, María ve las cosas diferentes, ha formado una nueva familia y se casó, en la medida de sus posibilidades hace labor social y trabaja con las mujeres de su comunidad, las ayuda a detectar padrotes enganchadores que llegan a estos pueblos con palabras bonitas y promesas que después, según su experiencia, son una pesadilla.

“Pues mira, les digo básicamente que no todo lo que brilla es oro, cuando nos pintan algo bonito como de ensueño al final es una pesadilla. En los pueblos vecinos llega esta gente a buscar a niñas como yo, les digo que no las engañen, les cuanto mi caso y es mi granito de arena, es lo más que puedo aportar”, dice la mujer víctima por tres años de trata.