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Obediencia ciega de empleados, un riesgo para la innovación

Por norma general, es mejor estimular el pensamiento crítico, opinan especialistas

Escrito en DINERO el

De entre todos los conflictos a los que debe enfrentarse el líder de un equipo, la falta de obediencia casi nunca es uno de ellos. Los seres humanos por lo regular acatan las normas por defecto y lo que cuesta trabajo es, precisamente, contar con trabajadores que tengan un pensamiento disruptivo.

Los empleados que cumplen las directrices sin disentir y que no cuestionan el statu quo generan menos conflictos pero también ponen en riesgo la capacidad de innovación y la creatividad de la compañía. Tener a alguien que se atreve a llevar la contraria es un buen problema.

Es cierto que hay algunos contextos en los que tener un jefe autoritario que exige que se cumplan sus órdenes tiene algunas ventajas. Por ejemplo, si se habla del personal de urgencias de un hospital o de un equipo de bomberos durante un incendio. En estos casos, lo más adecuado es que sea una persona, el jefe, quien centralice la toma de decisiones y los demás obedezcan sin cuestionar. “Al estar muy orientado a la tarea, esta se lleva a cabo de forma eficiente”, explica Elisa Sánchez, psicóloga laboral. “Hay veces que incluso es imprescindible, como cuando hay una emergencia y hay que tomar decisiones rápidas siguiendo un protocolo”.

Sánchez recalca que se trata de situaciones muy específicas. Por norma general, es mejor estimular el pensamiento crítico a la obediencia ciega. Se tiende a pensar que, al rodearnos de compañeros que piensan igual que nosotros, las cosas van a fluir mejor y el trabajo va a ser más fácil, ágil y eficiente. “Esto explica por qué muchos jefes prefieren a personas obedientes, sumisas y que no les contradigan”, explica Sánchez.

Pero hay algunos riesgos. Si una persona centraliza siempre la toma de decisiones puede pasar que los demás no se atrevan nunca a tomar la iniciativa. “Normalmente, sucede por miedo a ser criticado. También hay personas que prefieren no hacerse responsables de las decisiones para evitar las consecuencias”. Sobre todo, si saben que ser crítico no es una conducta deseable en su entorno. El miedo, la inseguridad y el no querer asumir las consecuencias de un error hacen que prefieran obedecer a tener iniciativa.

Además, el comportamiento de los líderes influye directamente en la actitud de los empleados respecto a la innovación. “A un jefe que tiene seguridad en sí mismo le gusta que le reten. Entiende a un trabajador que cuestiona las cosas, una crítica o alguien que piense diferente a él como un reto o un posibilidad que puede contribuir al desarrollo de proyectos en la compañía”, explica Sánchez. “Si es inseguro o tiene miedo, va a inhibir o castigar cualquier iniciativa que le haga salir de lo que controla”. Y las consecuencias de esta actitud son más preocupantes de lo que podría parecer.

Con información de El País

(José Guaderrama)