La menstruación es ese proceso por el cual las mujeres pasamos mensualmente a partir de, aproximadamente, entre los 11 a los 50 años. Cada 28 días más o menos, nuestro cuerpo se prepara para que un óvulo fecundado sea implantado y comenzar el proceso de embarazo, por esta razón, el recubrimiento interno destinado a anidar ese óvulo se rompe al no ser fecundado, y sale por nuestra vagina en forma de lo que conocemos como menstruación.

Para muchas de nosotras este proceso natural comenzó siendo un dolor de cabeza, ya que desde nuestro primer periodo menstrual, nuestras madres, abuelas, hermanas y amigas nos hablaron de lo terrible que era menstruar, nos dieron cientos de tips para ocultarlo, y muchos motivos para avergonzarnos de ello, entre ellos: la suciedad, el asco y el sentimiento de estar apestadas. Por supuesto que ellas no lo hacen con mala intención, ya que así es como también aprendieron a relacionarse con su periodo menstrual. Por fortuna, las nuevas generaciones han encontrado otras maneras de vivir este proceso sin odiarlo, de maneras más amables, amorosas, ecológicas, sustentables y económicas.

Lo primero que hay que decir es que nuestra sangre menstrual no es sucia, viene de nuestro interior y se encuentra estéril. Las ideas sobre la suciedad e impureza son sumamente antiguas y provienen principalmente de ideas religiosas. Por ejemplo, es bien sabido que en la religión católica Eva fue castigada con la menstruación por desobedecer a Dios. Pero nada que ver son suciedad, pecado, maldad o impurezas, en realidad la sangre menstrual es rica en células madre, hormonas, hierro y proteínas, con algunos residuos de endometrio. Huele simplemente a sangre, pero los productos desechables y aromatizados que utilizamos modifican su olor, color y consistencia.

 

Se calcula que las mujeres menstruaremos alrededor de 1500 días en toda nuestra vida. Imagina cuánto vas a seguir gastando en toallas sanitarias, tampones y productos para evitar cólicos, prevenir infecciones y aliviarlas, todo ello provocado por lo que los químicos de esos productos te provocan al modificar tu PH y absorber toda tu flora vaginal, dejándote sin defensas. Por otro lado, el color y la textura de nuestra sangre menstrual puede advertirnos acerca de aspectos de nuestra salud física y emocional, pero al no verla en su forma natural, perdemos esa información tan importante.

Es por esa razón que en la actualidad el uso de la copa menstrual y otros productos ecológicos como las toallas sanitarias de tela, y los tampones de esponja de mar son lo mejor que existe en cuanto a salud menstrual requiere. Además de ayudarnos a conocer mejor nuestro periodo, conectar de una mejor manera con él y con nosotras mismas, le ahorramos al planeta toneladas de basura que tardará 500 años en degradarse. Por ejemplo, si una mujer menstrúa aproximadamente 40 años de su vida, utilizará aproximadamente 13,000 toallas o tampones, traducidas en 2,600 kg de basura.

Por esta y muchas cosas más, una copita menstrual reutilizable por hasta 10 años es un alivio para el impacto ambiental, de la misma forma que lo son las toallas sanitarias de tela que pueden durar hasta cuatro o cinco años, o las esponjas naturales, alrededor de seis meses. Opciones ecológicas, económicas y de autoconocimiento que lo único que requieren, además de una inversión a largo a plazo, es que te pierdas el asco.